Mi refugio

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Alborada

miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL ÚLTIMO VIAJE A PARIS

Nuestro último viaje a París fue en 1996. Vivimos en casa de Francoise de Tailly en el barrio de Neully-sur-Seine. Una avenida bordeada de añosos castaños, los que dan esos frutos tan bonitos y lustrosos, pero que no se comen: los llaman castaños bravo. A dos cuadras estaba la vieja casona donde pasó sus últimos años el pintor Toulouse-Lautrec. Fué un viaje muy gastronómico, donde además de comer muy bien a la noche en lo de Francoise con su cocinero argelino, los mediodías descubríamos restaurantes y nos dábamos muchos gustos. Reiteradamente visitábamos la antigua maison Hediard, fundada en 1984, para comprar sus insuperables “marrons glacés”o la sublime competencia de “Fauchon” con sus treinta y seis mostazas diferentes; mi preferida era “a la ciboulette!”. Me compré una linda camisa; una forma de tener a París cerca de mi corazón.
Fuimos a pasar días al pequeño castillo de catorce habitaciones de la familia de Francoise, en Crillon-Le- Brave y también a la cercana ciudad de Avignon, al Palacio del Papa y bailé alegremente en el famoso puente de la canción, a pesar que llovía.
Bajando hacia Suiza, hicimos una etapa en la ciudad de Annecy en la alta Saboya, porque nos avisaron que se celebraba la feria rural anual.



Hicimos montañismo con Norma en Saint Moritz, Suiza. Subimos en el trencito de cremallera, nos entusiasmamos sacando fotos de las infinitas variedades de flores silvestres y después no encontramos el sendero marcado para la bajada y tardamos tres horas en lograr descender, ya con las piernas acalambradas y con la noche que se acercaba. Al otro día necesitamos masajes para que las piernas retomaran su agilidad.


En las montañas de Saint Moritz.



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