RESIDENCIA Y CIUDADANIA EN USA
Desde los primeros días en Key Biscayne conocimos a la familia de Berta
Alvarez, con su papá al que llamaban Caco y su hija quinceañera, Maite, nacida
en la Argentina.
Habíamos llegado a USA con visa de negocios, pero habían pasado varios años
y ya era hora de tramitar la residencia. En poco tiempo, con la ayuda de un
abogado hindú, obtuvimos la famosa y anhelada Green Card. Hoy, todo es mucho
más difícil. Ya había pasado largamente el año que habíamos planeado vivir en
USA. La residencia legalizaba y facilitaba nuestro trabajo. Cada vez que volvía
de un viaje, ingresar a Miami como turista era, en largas filas, lento y desagradable.
Los residentes ingresaban en la misma línea que los ciudadanos; éramos menos y
el trámite se hacía más ágil. Años después la querida Maite Hoyos de Cimo, hija
de Berta y ya distinguida abogada, especializada en inmigración, hizo el
trámite para la ciudadanía de U.S.A. que una mañana juramos emocionados, junto
a otros, en la Corte
de Miami.
Berta estaba divorciada de un diplomático cubano, a quien yo había
conocido, ya retirado, en Buenos Aires. Trabajaba para LAN Chile, donde era
ejecutiva de ventas y era fanática de los pájaros de los que tenía varios en su
casa. Nos encontrábamos en la playa, siempre conversábamos e iniciamos una
amistad fraterna. Caco era un personaje conocido y querido entre los habitués
de la playa de Galen Drive. Nos queríamos con Caco y cuando yo salía de la
playa él me despedía con un cariñoso “Te quiero”. No lo olvido.
ALEMANIA
En ese viaje también visitamos un
castillo en Baviera, cerca de la encantadora ciudad de Munich que fue
inspirador de la réplica que, en pequeño, está en el centro de Disney World, en
Orlando y en el Disney Resort de París. El bus nos paró en un sitio estratégico
para tomar la foto de ese impresionante paisaje y el castillo del difícil
nombre: Neuschwanstein. El castillo fue modelo también para la película “La
bella durmiente”. Era como un cuento de hadas y sólo faltaba que apareciera el
Príncipe Azul. No pudimos tomar fotos de su rico interior porque no lo permitían.
Seguía nuestra vida en Key Biscayne. En la misma calle Galen tenía un
departamento nuestro cliente y querido amigo italiano Giácomo Pittino, gerente
de Polvani Viajes, en Buenos Aires y su mujer, una rubia alta, flaca y
simpática a la que Giacomo llamaba “principessa”. Casi al mismo tiempo que la
“principessa” quedaba embarazada y nacía Giacomino, Giácomo contrajo un cáncer.
Lo acompañamos mucho en su tristeza. Giacómino era su ilusión y la felicidad
que había anhelado siempre, pero ahora llegaba cuando la enfermedad fatal no lo
iba a dejar disfrutarlo. Giácomo murió en Buenos Aires y ella, pocos años
después, se casó con un viudo, vecino de su casa en San Isidro.
Normita feliz
y atrás Key Colony
Volviendo con Norma de Londres, en el aeropuerto de Ámsterdam nos
encontramos con amigos, el doctor Isidro Odena y su primo el doctor Gayo Perez
que había sido mi compañero en la comisión administradora de las radios y la
televisión. Nos citamos para salir a cenar a la noche siguiente, pero no pudo
ser. Esa misma noche de la llegada se incendio y derrumbo el hotel Polen donde
se alojaban y Odena desapareció
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