LAS FERIAS DE TURISMO
La feria de turismo más grande y más importante el mundo era y es la I.T .B. de Berlín que se
realiza todos los años en el mes de marzo. La siguen FITUR de Madrid, la World Travel Maket de
Londres y la Semana
de Turismo de París. A la convocatoria de Londres no concurrí nunca porque con
los ingleses no teníamos ni negocios, ni relaciones. La ITB si, fue una feria a la que
desde 1982 hasta 1991 no falté nunca. Berlín se me hizo querida y conocida,
tanto su lado occidental como el oriental que visité cuando existía el tétrico
muro y después cuando su caída, esperada y feliz.. La ITB era siempre en marzo, duro
invierno y allí estuve, con frío, lluvia y nieve, pero pleno de entusiasmo y admiración
por su dimensión, su jerarquía y su ejemplar organización. Era tan grande que
por su exterior circulaba permanentemente, una flota de automóviles Mercedes
Benz que trasladaban a los expositores y visitantes de un pabellón a otro.
La única compañía aérea que llegaba a Berlín era Pan American y lo hacía cruzando
un angosto corredor aéreo sobre territorio de Alemania Oriental. En un viaje,
el comandante me invitó a estar en la cabina y fue un privilegio que agradecí y
viví emocionadamente. En otra ocasión hice el viaje, desde Frankfurt en tren.
Cuando entramos a territorio alemán nos advirtieron que teníamos que tener las
ventanillas cerradas y prohibición absoluta de tomar fotografías. Por una
rendija pude espiar los alambrados de púa a los costados de las vías y los
numerosos soldados que apuntaban sus armas al tren. Cuando un militar, con mala
cara y peor actitud, subió a pedir documentos no pude evitar un escalofrío.
Berlín era y creo que sigue siendo la más importante ciudad de Alemania. Sorprendía
la elegancia de sus avenidas, sus parques y su gente y pasear por su avenida
principal Kurfürstenstrasse era un placer. Varios años me alojé en el Swiss
Hotel, en la misma avenida K”Dam, muy cómodo, y con unos desayunos tan
completos que me hacían saltear el almuerzo, o conformarme con una Bradwürst o
Weistwurst, salchicha común o salchicha blanca; nunca decidí cual me gustaba
más. El último año que fui a Berlín, lo resolví a último momento. Ya no había
hoteles disponibles, pero mis amigos de Polvani me consiguieron un camarote en
un pequeño barco que en el verano hacía paseos por el rio y durante el invierno
descansaba anclado en la costa del río Rhin. Al despertar, por el ojo de buey,
miraba los patos nadando tranquilos en las aguas frías. Fue una de mis mejores
estadías.
. La
Puerta , felizmente , ya sin el muro
Nuestra corresponsal en Francia era Francoisse de Tailly, una colombiana ex
directora de turismo de su país para Europa y que casada con un francés
director de IBM, instaló su empresa en París destacándose al punto de ser
elegida directora de la Semana
de Turismo de París en su edición de 1986. Fuimos invitados especiales a esa
gran feria internacional de París.
CHICAGO
Cuando conocimos Chicago fue una sorpresa muy grata. Llegábamos con la idea
trasnochada y errónea sobre una ciudad sucia y violenta que nos habían formado filmes
como “Los Intocables! “ o “Scarface. La ciudad gigante del medio oeste fue una
revelación, enérgica y activa, donde todos parecen estar apurados para llegar a
alguna parte. Su arquitectura nos dejó absortos. La excursión en barco por el
rio Chicago es como un museo vivo de arquitectura. Sorprendente. Arquitectos de
fama internacional fueron convocados para su reconstrucción después del gran
incendio de 1871 que dejó sin hogar a cien mil residentes y destruyó diecisiete
mil edificios.
La vista de Chicago desde el piso 60
Me asocié con la agencia de publicidad Nu-Line, de Nueva York, propiedad
del argentino Aníbal Gonzáles Gastellú quién me había sido presentado y
recomendado por Roberto Recio, de Cotal y ganamos la cuenta de promoción
turística la
República Dominicana para el área hispana de Estados Unidos.
Con ese motivo viajé casi mensualmente a Santo Domingo, la capital dominicana y
conocí casi todo ese cálido y alegre país que ya prometía ser uno de los más
apreciados destinos de playa del mundo y que hoy ya lo es. El corresponsal de
la revista era Hugo Mateo, un alegre dominicano con quién pasamos buenos
momentos entre tragos de Ron y pasos de merengue. Me recibía en el aeropuerto y
almorzábamos en su casa, huevos de tortuga y el sabroso sancocho dominicano. Hugo
había sido colaborador personal de presidente Dr. Joaquín Balaguer, en el área
de prensa y cinematografía y el ex presidente lo apreciaba. Balaguer que fue
siempre soltero, además de poderoso político era un exquisito y prolífero poeta.
Con mi socio en Nueva York, se nos ocurrió un negocio para proponerle a
Balaguer en la época preelectoral. Hugo nos consiguió la entrevista y lo
visitamos en su vieja casona de la Avenida Washington.
Nos recibieron dos guardaespaldas, ex coroneles del ejército, vestidos con
guayaberas blancas y revólveres con empuñadoras de oro en la cintura.
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