Mi refugio

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Alborada

miércoles, 16 de enero de 2013


LA POLITICA


La actividad política crecía y ocupaba todo mi tiempo libre. Con mi hermano Tito y otros amigos ya habíamos formado un grupo bastante fuerte que aspiraba a ser mayoría en la Unión Cívica Intransigente del partido de Vicente López. Abrimos un comité político en el populoso barrio obrero de Munro y fundé un periódico político, de seis páginas, que se llamo” El Ateneo”. El primer número estuvo dedicado a nuestro líder, el Dr. Arturo Frondizi y a él se lo entregué personalmente en su departamento del barrio de Flores.

Nosotros pertenecíamos a la lista roja, que seguía, en la provincia, al Dr. Oscar Alende y nuestros adversarios internos eran los de la lista celeste, que lideraba otro médico, el Dr. Héctor Noblia. Yo apreciaba y valoraba tanto al Dr. Noblia como al doctor Alende, pero los alineamientos políticos en las elecciones internas de los partidos surgen de las afinidades que se dan en las bases y los seguidores de Noblía no eran mis amigos. Yo había conocido al Dr.Alende cuando era miembro de la Junta Consultiva Nacional que había creado el gobierno militar. Hubo una encarnizada elección interna que ganamos por escaso margen y que instaló al Dr. Alende como candidato a Gobernador de la provincia de Buenos Aires y con Arturo Frondizi, como candidato a presidente.

 

Con Dr. Mariano Wainfeld, y Dr. Arturo Frondizi, presidente de

la UCR y candidato a presidente de la República

 

 

 

                        Con Arturo Frondizi en televisión.

Frondizi me encargó dirigir la propaganda de la fórmula presidencial en los medios de radio y televisión. Fue una gran responsabilidad que asumí con confianza y orgullo. Organizamos el cuartel general de trabajo para las elecciones en la Avenida Leandro Além , en un local con subsuelo, planta baja y primer piso, donde había existido un cabaret que se llamaba “Le Ciel” y que una vez había visitado, llevado por mi tío Carlos, el marido de tía Flora, la hermana menor de papa.

El tío Carlos era un típico porteño que merece un párrafo. Trabajaba en la empresa de ferrocarriles, en Retiro, y a la tardecita, cuando salía del trabajo, iba con sus amigos a la calle Florida, y se paraban en la esquina de la farmacia Franco Inglesa a ver pasar las chicas y decirles piropos. Era buen bailarín y le gustaba salir a bailar pero tía Flora no lo acompañaba, por eso salía con amigos y algunas veces me invitaba porque yo estaba aprendiendo a bailar los tangos y milongas que me encantaban.

Mamá fue mi primera profesora de baile. Practicábamos en la Alborada, del arroyo Guayracá con la música de un fonógrafo RCA Víctor, a cuerda. Con tío Carlos conocí y bailé con las mejores orquestas de tango, Aníbal Troilo, en el cabaret Marabú, y con Juan D´Arienzo, uruguayo, en el famoso Chantecler. Años después lo conocí en el casino del Parque hotel de Montevideo. Lo máximo, fue una noche que me llevó a cenar al más importante cabaret de Buenos Aires: Tabaris, de fama internacional. Me llamaron la atención unas señoras elegantes sentadas en los palcos que rodeaban la pista de baile y el escenario y tío Carlos me enteró que eran señoras que esperaban que algún cliente las llamara como acompañantes. Allí escuché un monologo cómico, de sátira política, a cargo de un jovencito que después se convirtió en el más grande humorista de la televisión argentina; era el gran Tato Bores.

 

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