Mi refugio

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Alborada

miércoles, 16 de enero de 2013


BUENOS AIRES – EL REGRESO



En el puerto de Buenos Aires subió a bordo a darnos la bienvenida, el Almirante Isaac Rojas, flamante vicepresidente del general retirado Eduardo Lonardi, que había asumido el 20 de septiembre como presidente provisional de la República Argentina

Una muchedumbre de familiares, amigos y ciudadanos alborozados nos recibían entre abrazos y aplausos.


Fue emocionante, inolvidable. Mis padres Antonio y Nuncia y Tito Livio, mi hermano, allí estaban, gritando mi nombre, que yo escuchaba con alegría, pero, con un nudo en la garganta. Nos fuimos todos a nuestra vieja casa de Olivos. Otros amigos nos esperaban allí en ruidosa celebración de mi regreso.

La policía había revisado mi cuarto de soltero, minuciosamente. Encontraron mi correspondencia, la leyeron y clasificaron prolijamente, Ataron con una cinta azul las caretas de política o generales y con una cinta rosada la que era de carácter íntimo o sentimental. Muy atentos ¡ Cuando Norma subió a mi habitación y leyó las cartas de la cinta rosada, no le hizo ninguna gracia y hasta hoy lo menciona comentando que ya las chicas en esos años eran unas atrevidas. A los pocos días recibí un llamado del Capitán de Navío Ramón Casanova, Secretario de Comunicaciones. Me invitaba a visitarlo. Lo fui a ver a su despacho que funcionaba en el hermoso Palacio de Correos, en la calle Sarmiento y la Avda. Leandro N. Além. Era un hombre encantador que después de una agradable charla me ofreció ocupar la Secretaria General de la Red B de Radiodifusión que comprendía el canal 7, entonces el único canal de televisión de la Argentina y radio Belgrano, cabecera de la red B de radios del interior del país. Por sugerencia mía y de otros amigos, ya ex exilados, él Capitán Casanova había convocado a Augusto Bonardo, aun en Montevideo, para hacerse cargo de la dirección de la red B.

A pedido del Dr. Frondizi, organizamos un viaje de confraternidad a Montevideo. La integramos la mayoría de quienes habíamos estado exilados en Uruguay y sentíamos la necesidad de agradecer en esa visita a quienes tanto habían hecho          por nosotros y por Argentina en esos años aciagos. Viajamos en el viejo barco “Ciudad de Asunción” y nuestro primer acto, fue una ofrenda floral en el monumento a la Libertad, entonándose con unción los himnos de Uruguay y de Argentina .Seguimos a la Plaza Cagancha donde colocamos una placa recordatorio con la inscripción “Gloria al pueblo uruguayo que al darnos protección y libertad, ni ofendió ni temió” Los ex exilados civiles y militares argentinos 1955-septiembre-1956”.Siempre encabezados por Arturo Frondizi y el embajador Argentino en Uruguay, Alfredo L. Palacios, visitamos a los directores de todos los diarios y radio Carve en los que hubo discursos alusivos al tiempo en que en Argentina se vivieron años difíciles para la libertad.

Extraigo un párrafo al final de mis palabras emocionadas en ese acto. “Hubiera querido hablaros de tantas cosas. De tantos recuerdos, De tantos gestos que nos comprometen para siempre Se que no queréis eso, que no lo aceptáis .Pero nos entendemos, como los amantes, con solo una mirada. Quiero deciros que si Uruguay es también nuestra patria, Argentina os quiere y anhela vuestra visita y vuestra amistad, como la del hermano más querido. No nos digamos mas, abrazados desde el alma, dispongámonos a emprender el camino del futuro, codo a codo, para la común felicidad de nuestros pueblos. Gracias hermanos y Viva Uruguay ¡

La señora de Frondizi, Elena Faggionato, se quedo en casa de la familia de Norma en la casa de Boulevard Artigas, mientras se desarrollaban los diversos actos. A la noche nos embarcamos todos de regreso a Buenos Aires en el “Ciudad de Asunción”.

 

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