BUENOS AIRES
– EL REGRESO
En el puerto de Buenos Aires subió a bordo a darnos la bienvenida, el
Almirante Isaac Rojas, flamante vicepresidente del general retirado Eduardo Lonardi,
que había asumido el 20 de septiembre como presidente provisional de la República Argentina
Una muchedumbre de familiares, amigos y ciudadanos alborozados nos recibían
entre abrazos y aplausos.
Fue emocionante, inolvidable. Mis padres Antonio y Nuncia y Tito Livio, mi hermano,
allí estaban, gritando mi nombre, que yo escuchaba con alegría, pero, con un
nudo en la garganta. Nos fuimos todos a nuestra vieja casa de Olivos. Otros
amigos nos esperaban allí en ruidosa celebración de mi regreso.
La policía había revisado mi cuarto de soltero, minuciosamente. Encontraron
mi correspondencia, la leyeron y clasificaron prolijamente, Ataron con una
cinta azul las caretas de política o generales y con una cinta rosada la que
era de carácter íntimo o sentimental. Muy atentos ¡ Cuando Norma subió a mi
habitación y leyó las cartas de la cinta rosada, no le hizo ninguna gracia y
hasta hoy lo menciona comentando que ya las chicas en esos años eran unas
atrevidas. A los pocos días recibí un llamado del Capitán de Navío Ramón
Casanova, Secretario de Comunicaciones. Me invitaba a visitarlo. Lo fui a ver a
su despacho que funcionaba en el hermoso Palacio de Correos, en la calle
Sarmiento y la Avda.
Leandro N. Além. Era un hombre encantador que después de una
agradable charla me ofreció ocupar la Secretaria General
de la Red B de
Radiodifusión que comprendía el canal 7, entonces el único canal de televisión de
la Argentina
y radio Belgrano, cabecera de la red B de radios del interior del país. Por
sugerencia mía y de otros amigos, ya ex exilados, él Capitán Casanova había convocado
a Augusto Bonardo, aun en Montevideo, para hacerse cargo de la dirección de la
red B.
A pedido del Dr. Frondizi, organizamos un viaje de confraternidad a Montevideo.
La integramos la mayoría de quienes habíamos estado exilados en Uruguay y sentíamos
la necesidad de agradecer en esa visita a quienes tanto habían hecho por nosotros y por Argentina en esos
años aciagos. Viajamos en el viejo barco “Ciudad de Asunción” y nuestro primer
acto, fue una ofrenda floral en el monumento a la Libertad , entonándose con
unción los himnos de Uruguay y de Argentina .Seguimos a la Plaza Cagancha
donde colocamos una placa recordatorio con la inscripción “Gloria al pueblo
uruguayo que al darnos protección y libertad, ni ofendió ni temió” Los ex
exilados civiles y militares argentinos 1955-septiembre-1956” .Siempre encabezados por
Arturo Frondizi y el embajador Argentino en Uruguay, Alfredo L. Palacios, visitamos
a los directores de todos los diarios y radio Carve en los que hubo discursos
alusivos al tiempo en que en Argentina se vivieron años difíciles para la
libertad.
Extraigo un párrafo al final de mis palabras emocionadas en ese acto. “Hubiera
querido hablaros de tantas cosas. De tantos recuerdos, De tantos gestos que nos
comprometen para siempre Se que no queréis eso, que no lo aceptáis .Pero nos
entendemos, como los amantes, con solo una mirada. Quiero deciros que si
Uruguay es también nuestra patria, Argentina os quiere y anhela vuestra visita
y vuestra amistad, como la del hermano más querido. No nos digamos mas,
abrazados desde el alma, dispongámonos a emprender el camino del futuro, codo a
codo, para la común felicidad de nuestros pueblos. Gracias hermanos y Viva
Uruguay ¡
La señora de Frondizi, Elena Faggionato, se quedo en casa de la familia
de Norma en la casa de Boulevard Artigas, mientras se desarrollaban los
diversos actos. A la noche nos embarcamos todos de regreso a Buenos Aires en el
“Ciudad de Asunción”.
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