Mi refugio

Mi refugio
Alborada

miércoles, 16 de enero de 2013


CORONEL DIAZ


 

Las primeras semanas en Buenos Aires vivimos con Norma en mi cuarto de soltero, en el piso de arriba de la casa de Olivos. Mientras, mamá se había ocupado de buscarnos un simpático departamento en la avenida Coronel Díaz, o de Palermo, nos había gustado y era accesible a nuestras posibilidades. Años después, unos empleados de la Municipalidad, irresponsables, les hicieron una poda tan fuerte a las tipas que nunca más recuperaron su altura ni esplendor.

Coronel Díaz fue nuestro hogar por muchos años; los años de trabajo en Canal 13 y los años de Canal 2 de La Plata. Un departamento sencillo para la vida tranquila y austera que hacíamos con Norma y las chicas. Nuestro desahogo y diversión eran los fines de semana en La Sirena que esperábamos con ansiedad


 

 

 

Fina, Andrea, Norma, Normita, mamá y yo, en Coronel Díaz

No nos desanimaba ni el frío ni el mal tiempo; bien abrigados allá íbamos con entusiasmo. Allí recibimos las primeras visitas de los festejantes de las chicas. Yo les decía que salieran con chicos que tuvieran nombre de estación de tren y ellas se reían.

El 11 de junio de 1955 nació nuestra deseada primera hija, Norma María, en Montevideo, porque Norma quiso que naciera uruguaya y yo no me opuse sino que adherí a la idea. El parto fue en el hospital italiano, de la mano de un gran medico y gran persona, el doctor Jamandreu. Con cuanta emoción y ternura tuve en mis brazos ese pequeño cuerpito que abría sus ojos al mundo. Norma sufrió una infección que la retuvo internada por varios días. La abuela Fina estaba chocha con esa niña que era su segunda nieta, porque ya un año antes había nacido Albertito, hijo de Nelly y Teddy. Disfruté unos días de mi hija querida, de Norma y de toda la familia uruguaya y me volví a Buenos Aires a seguir con mi tarea en la televisión y las radios.

Había tres redes de radio. La red A, encabezada por LR 1, radio El Mundo la dirigía, el escribano Raúl Quiroga Duran; de la red B, ya hablé y la red C, encabezada por LR 4 Radio Splendid, estaba a cargo de otro hombre del exilio, el Capitán Hugo Bonnet. Pocos días después, el gobierno nombró, por encima de las direcciones, a un coordinador general de las radios y la televisión. El elegido fue Alberto J Aguirre, un hombre elegante y encantador, de vasta cultura y con una hermosa voz grave, con la que presentaba los programas de música clásica en la Radio Nacional. Nos caímos bien de entrada y conversábamos mucho, entre cigarrillo y cigarrillo. Yo fumaba muy moderadamente pero Alberto fumaba en serio, con una larga boquilla blanca. Su papa había sido el gran músico Julián Aguirre, músico, escritor y periodista y poeta, educado en Francia, autor de los Aires Criollos, los Tristes y muchas obras más y fundador del Conservatorio Musical de Buenos Aires.

 Coordinábamos con Bonardo y el Jefe de Programación Orestes Laquanitti, la actividad artística de Radio Belgrano y el material grabado en cinta que mandábamos a las radios del interior, Por mi militancia política no podía evitar la lluvia de recomendados que me llegaban diariamente. Yo tenía que ser el filtro, a veces antipático, para no derivar a Laquanitti tantos postulantes. Todos creían saber cantar, tangueros o melódicos; no era fácil disuadirlos.

Decidí organizar sesiones de grabación, donde todos podían expresar su talento. Y algunos lo tenían. A los otros, los desahuciaba con la recomendación de que siguieran estudiando y con una simpática cartita al recomendante. Trabajábamos en una hermosa principesca casona que había sido adquirida a una aristocrática familia porteña. en la calle Cerrito, entre Viamonte y Paraguay. Fue una pena cuando la demolieron, como a otras, para dar paso a la Avenida 9 de Julio. El progreso y las necesidades del desarrollo urbano, pagan el precio de borrar los recuerdos.

A los pocos días de haber asumido el cargo me pidió una audiencia la locutora Pinki que creo que hacía un programa con el querido “negro” Brizuela Méndez No recuerdo porqué vino Pinky a verme. Alta, hermosa y elegante, se presentó con bastante arrogancia y pretensión. Era muy buena profesional y pionera de la televisión argentina. No tuvimos amistad, apenas conocimiento, pero siempre la admiré y más aún hoy que es una valiente diputada nacional en el parlamento argentino.[1]

Estaba a mi cargo la supervisión de toda la programación de orden político en el Canal 7 de TV, primero y único entonces, y de todas las emisoras de la red B de radiodifusión que encabezaba radio Belgrano. En muchos casos asumía personalmente la gestión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con don David Michel Torino, en Radio Belgrano [2]

 
 
 


Con Libertad Lamarque, en Radio Belgrano [3]

Con Nini Marshall [4]

La televisión estaba en pañales y en blanco y negro. La tecnología se tomaba su tiempo. Cuanto demoró la gente que hacía cine para decidirse a mover las cámaras delante de los actores, en lugar de dejar que ellos se movieran delante de la cámara fija. Empezaban a aparecer en la televisión las técnicas del close-up ( primeros planos) ,o flash-back ( escenas retrospectivas) y el fade-outs (transición de imágenes).

En una cena de fin de año con toda la gente del Canal 7, a la hora de la sobremesa todos comenzaron a pedir que Olmedo contara chistes. El negro Olmedo era un modesto “tira cables” o sea los que se ocupan de que cuando las cámaras se mueven no se enreden los cables. Olmedo se subió a una mesa e hizo un show, que a Bonardo, al director Bringuer Ayala, y a mí nos sorprendió por su talento y espontaneidad. Al día siguiente ya todos estábamos pensando en cómo darle pantalla a su brillante actuación. Creo que su debut fue con “El Capitán Piluso” un programa para niños que fue un éxito. No hace falta referir que a partir de ese momento Olmedo, inició una trayectoria artística que marcó una época en le televisión y en el cine argentinos. En pareja con el gordo Jorge Porcel hicieron reír por años a los argentinos. Cuando vivíamos en Key Biscayne, teníamos de vecino a Porcel, ya enfermo, en silla de ruedas y al cuidado de su abnegada esposa. Nosotros vivíamos en el sexto piso del edificio Key Colony y Jorge en el quinto. Muchas veces nos cruzamos en el ascensor o en el garaje y siempre lo saludaba con emoción y mucho afecto, a lo que Porcel respondía con su dulce sonrisa. Alguien me comentó que en los últimos años se había hecho pastor evangélico. Olmedo y Porcel: dos grandes de la televisión ¡.

Mientras, en el país, el general Lonardi que había asumido la presidencia con el lema de “Ni vencedores ni vencidos” era un hombre austero, recto y sin mayor experiencia política. Pensaba en un mandato breve preparando un llamado a elecciones, sin la exclusión de los peronistas.

Lonardi disolvió el congreso y se intervinieron las provincias, los gobiernos municipales, las universidades y los medios de prensa oficialistas. El economista Raúl Prebisch, fue nombrado asesor del nuevo gobierno. Pocos días después, para alegría de sus pobladores, las provincias llamadas Eva Perón y Presidente Perón, recuperan sus históricos nombres de La Pampa y el Chaco.

Perón, que estaba prisionero en un barco de guerra, voló el 3 de octubre, en un avión paraguayo, a Asunción.

El gobierno de la revolución protestó ante Paraguay por ese asilo por lo que Perón viajo Venezuela y de allí a Panamá donde se instaló por casi un año. En un lugar nocturno de diversión conoció a Isabel con quien al poco tiempo terminó casándose. Años después, regresado a la Argentina, la llevó como vicepresidente, en la fórmula Perón-Perón. Muerto Perón, Isabel fue presidenta de la República, para vergüenza de los argentinos.

Lonardi no duró mucho en su cargo. Hubo un golpe palaciego y Lonardi renunció, aunque después, desmintió su renuncia, acusando de su derrocamiento, a un sector de las fuerzas armadas. Ese sector no estaba de acuerdo con la política de “Ni vencedores ni vencidos”, ni con la reconciliación. Querían revancha y hacerse cargo de todos los resortes del poder. El general Pedro Eugenio Aramburu fue designado presidente por las fuerzas armadas y lo confirmo como vice al Almirante Rojas. Y a partir de ese momento, si hubo ganadores y derrotados. Yo estaba entre los primeros, pero no muy convencido de la necesidad del odio y la persecución.

El gobierno convoco a una Convención Constituyente que debía reunirse en 1957 a fin de redactar una nueva constitución que reemplazara a la peronista de 1949.  

La Unión Cívica Radical, sector intransigente, instaló su comité central y el comité capital, en la calle Rio Bamba entre Corrientes y Lavalle. Para entonces yo trabajaba como Jefe de Propaganda del Laboratorios Brand, propiedad de Osvaldo Dighero, padre de mi amigo Alfredo a quién yo había conocido por Alberto Salem compañero en la facultad derecho. Alberto tocaba la guitarra y cantaba bastante bien, pero ambos eran fanáticos del jazz. Nos reuníamos en la suntuosa casona de Alfredo, sobre avenida Las Heras para escuchar los primeros discos que llegaban al país de la nueva onda del jazz que era el Be-Bop, creado en Estados Unidos por Dizie Gillespie, Charlie Parker y otros grandes.

Dighero fue la primera persona a quien escuche hablar con apasionamiento de la soja y su gran futuro para el agro y la economía argentina, era el año 1956; fue un visionario. Hoy, medio siglo después, el tiempo le dio la razón, y la soja, es uno de los commodities que más aumentó su valor en el mundo y el mayor rubro de exportación de la argentina.

Apenas terminaba mi trabajo en Brand, iba al comité a ocuparme de las relaciones del partido con la prensa política. Fue una época de trabajo febril. En esa modesta oficina de prensa conocí a los más importantes periodistas políticos de la época como Jacobo Timmerman, de La Razón; O`Donnel de Clarín y otros. Don Osvaldo Dighero, simpatizante de Frondizi, me daba amplia libertad para trabajar en la campaña electoral, de modo que solo iba a la empresa, un rato todos los días para ocuparme de lo más urgente.

El 7 de febrero de 1957 nació María Andrea en Uruguay y en un parto accidentado. Norma, embarazada de 10 meses, quiso ir a visitar a su mama a Montevideo. Se embarcó en el vapor de la carrera, como se llamaba a un viejo barco, con casco de madera, que todas las noches partía de Buenos Aires a Montevideo, regresando a la mañana siguiente. Norma viajaba con una empleada que teníamos hacia tiempo y que se llamaba Iris. A medianoche comenzó a sentir dolores y contracciones por lo que Iris fue a buscar al médico de a bordo; éste vino aterrado, porque nunca había atendido un parto. El médico planteo el problema al capitán quien decidió acelerar la velocidad para llegar a puerto de Montevideo antes que el parto se produjera. Desde el barco avisaron a la familia de Norma y al hospital italiano. Cuando el barco llegó a destino, acostaron a Norma en una camilla, envuelta en sabanas, como un fiambre. Y como el ancho de la camilla no pasaba por la puerta, tuvieron que ponerla de costado. Los pocos pasajeros despiertos a esa hora, miraban con asombro esos movimientos e imaginaban lo que habría pasado. Estaba muerta ¿Se había suicidado?

Frente a la planchada de desembarco ya estaba apostada la ambulancia y también, con un salto de cama sobre su camisón de dormir, estaba Nelly, la hermana mayor de Norma. Por suerte, todo fue bien. El nombre de María Andrea lo eligió Nelly que iba a ser su madrina .Era una niña pequeña, rubia y muy bonita.

En esos días estaba abocado a las elecciones internas del partido, en Vicente López y cuando, desde Montevideo, me dieron la grata noticia; corrí a tomar el primer avión que conseguí. Llegue al hospital para ver a mi Norma, exhausta, pero feliz y a la preciosa beba recién nacida. Nació bajo el signo de acuario que iba a tener mucha influencia en su vida.

Yo continuaba con Bonardo, a cargo de la red B de radio y televisión.. Tenía un chofer que lo había sido antes de don Jaime Yanquelevich, el fundador de LR 3 Radio Belgrano. Era un hombre mayor, muy simpático que siempre me contaba anécdotas de aquella época pionera de la radio.

Como había trabajado en radios en Montevideo, era considerado un hombre del medio y no un advenedizo recién llegado. Me respetaban y me querían. Una tarde, mi secretaría, pálida, me alcanza un memorándum llegado del servicio de Informaciones de la Marina, el SIN. En él se me solicitaba la cesantía de la directora de cámaras Martha Reguera, de Canal 7 que dependía de la Comisión que yo presidía, Se la acusaba de haber ido a filmar videos de Perón en la quinta presidencial de Olivos, donde funcionaba la UES, Unión de Estudiantes Secundarios. Martha era una excelente profesional y muy buena persona y si había ido a la UES habría sido por orden de sus superiores, de modo que me pareció una arbitrariedad. Le dije a mi secretaria que hiciera picadillo el memorándum y nunca más tuve noticias del SIN.      



[1] Guillermo Brizuela Méndez, locutor y animador, una de las primeras figuras de la televisión argentina, junto a Pinky, Cervantes Luro, Salinas y otros pocos. Fué un símbolo y un emblema¸ disfruté de su amistad, era simpático, bueno y generoso, con una sonrisa pícara y la humildad de los grandes
[2] Martín Michel Torino, fundador y propietario de la gran bodega que lleva su nombre y del combativo diario “El Intransigente “en la provincia de Salta.
 
[3] Libertad Lamarque. Cantante de tangos y actriz. Fue figura estelar por muchos años hasta que se exiló en México peleada con Eva Duarte-
 
[4] Niní Marshall, gran actriz cómica que marcó una época de la radio y el cine argentino
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario