Mi refugio

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Alborada

miércoles, 16 de enero de 2013

GOBERNACION DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES Y COMISION ADMINISTRADORA DE LAS RADIOS Y LA TELEVISION.



Con ayuda de los votos peronistas, según orden de Perón, ganamos las elecciones. Se consagraron Arturo Frondizi, presidente y Oscar Alende, gobernador. El primer decreto firmado por Alende fue designar ministro de gobierno a Felipe Díaz O ´Kelly, dirigente de la ciudad de Olavarría y el segundo, firmado por ambos, para designarme a mi Secretario de Prensa y Difusión, con jerarquía ministerial.




 Cuando asumí el cargo de Secretario de la gobernación de Buenos Aires


Vinieron muchos amigos a saludarme y en representación del Presidente Frondizi, llegó su asesor Dr. Mariano Wainfeld que era médico de Norma y un querido amigo.

Pocos días después me llama el Dr. David Blejer, subsecretario del Ministerio de Interior que ocupaba el Dr. Roque Vítolo. El Presidente Frondizi y el Ministro me pedían que asumiera en nombre del partido, la presidencia de la Comisión Administradora de Radio y Televisión recientemente formada. Sin pensarlo mucho, hablé con el gobernador y le informé. Estuvo de acuerdo en que aceptara. Dejo aquí un recuerdo emocionado para David Blejer, un hombre fuerte, con una extraña ternura con la que quería y se hacía querer. Fumaba sin descanso. A nadie vi fumar tanto y con tanta fruición.

A las 8 de la mañana venía un chofer a buscarme a nuestro departamento de la Avenida Coronel Díaz y me llevaba a una hermoso petit hotel de la calle Cerrito donde funcionaba la comisión en la que me acompañaban un abogado y un contador público. A las 13, un chofer de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, me llevaba a La Plata, a mis funciones en la secretaría de prensa. Parábamos en el camino, siempre en alguna parrilla, a comer un bife con ensalada. Al poco tiempo, un sector de la Marina, le hizo un planteo al presidente, acusándome de que desde el manejo de las radios, yo estaba promoviendo determinadas figuras políticas y que, además, estaba influenciado por un Dr. Isidro Odena, ex funcionario de la OEA, a quien acusaban de pro comunista. Odena era nacido en Corrientes, comprovinciano de Frondizi y una de las pocas personas que lo tuteaba. Cuesta creer tanta miopía de los jefes militares de entonces. El presidente Frondizi, que se la pasaba atajando permanentes planteos militares e intentos de golpes de estado, con mucho pesar, me llamó y me pidió la renuncia. Desde luego que lo hice de inmediato, para aliviarlo del problema.

Antes de asumir el cargo en la provincia, había ido a conocer mi futuro despacho y a mi antecesor que era un Mayor del ejército Tuvimos una buena charla en el gran salón que me esperaba. La secretaría de prensa tenía departamento de redacción y prensa, cine, fotografía, varios automóviles y varios choferes. Yo tenía asignados dos vehículos y dos choferes que fueron muy leales durante los dos años de mi cargo. De la secretaría dependían también el telégrafo de la provincia y la Radio Provincia, que tenía buena audiencia en la ciudad de La Plata.

Contraté como asesores a dos personas que habían colaborado conmigo en la campaña electoral. Héctor Espeche Lavié, analista político y técnico gráfico y a Francisco “Paco “Muñoz Azpiri. Paco, había sido el creador del slogan “Perón o Braden” [1] que tuvo incidencia decisiva en las elecciones que ganó Perón en 1946. Fue también el libretista de los radioteatros que protagonizaba Eva Perón. [2]El gobernador Alende era médico del pueblo de Banfield, en la provincia de Buenos Aires, inteligente, trabajador incansable y ambicioso. Recién había comenzado la gobernación, pero ya pensaba en la presidencia. Un día, Elena Vicario, esposa de Alende, me dijo: “Mario, Oscar lo aprecia mucho a usted y si un día es presidente, piensa en usted como el secretario de la presidencia” .Me halagó mucho, pero recordé que había algo así como una leyenda o una maldición, por la cual, nunca un gobernador de la provincia llegó a presidente. Y con Alende, una vez más, se cumplió la profecía.

Desde mi cargo de Secretario de Prensa y en mi condición de colega, mantenía muy buena relación con todos los periodistas acreditados a la gobernación. Un día decidieron agasajarme y organizaron una cena en el restaurante“Nino “de Vicente López, mi pueblo.

              
                  El abrazo con mamá en la cena del“Nino”


Estuvieron presentes, el gobernador con todo el gabinete y sus esposas, y el Ministro de Interior de la Nación, Dr. Roque Vítolo. En representación del presidente de la república, concurrió su esposa, doña Elena Faggionato, amiga de Norma. Impensadamente la cena se convirtió en un acto de gran significación política porque después que el presidente del círculo de periodistas ofreció la cena y hablé yo agradeciendo el agasajo, habló el gobernador Dr. Alende y, finalmente el Ministro Vítolo. Fue la primera y única vez en la historia política argentina de ese tiempo que Alende y Vítolo hablaron en el mismo acto. Como era sabido, se celaban, pues ambos eran potenciales futuros candidatos a la presidencia.

Entre los afiliados a mi partido en Vicente López, tenía uno de lujo. Era Vito Dumas el mejor navegante solitario de todos los tiempos con su velero “Legh”. Varias veces lo visité porque era un personaje admirable. Había dado dos veces la vuelta al mundo, sólo, lo que se llama “en solitario” con su velero, sin brújula ni elementos de navegación. Más que valiente navegante de rutas imposibles, perseguido de los vientos y triunfador. Guardo con respeto su libro “Los cuarentas Bramadores” que me regaló y autografió. Me dijo- “En el mar, Dios me escuchaba”. Le dedico este recuerdo como un sencillo homenaje a un héroe que debiera ser rescatado del olvido.

Tanto el gobierno nacional del presidente Frondizi como el nuestro, con el gobernador Alende, en la provincia, éramos gobiernos honestos y austeros. Jamás hubo ni siquiera un rumor de que algún funcionario o allegado estuviera implicado en alguna actividad ilícita, negocio incompatible o negociado.

Casi todos los días se celebraban almuerzos en la residencia, donde concurrían amigos, políticos, funcionarios, empresarios, etc. Lógicamente se los invitaba con algún buen vino, que lo pagaba el gobernador de su bolsillo porque entre los gastos no estaba autorizado el alcohol. Así eran en los gobiernos radicales de 1958! Hoy un gobierno honesto sería la excepción. Tantos ladrones y sinvergüenzas corruptos se han sucedido y se siguen sucediendo.

Cada semana salíamos de visita a una Intendencia de lo que Alende bautizó como el Conurbano Bonaerense, formado por todos los municipios que circundaban la ciudad de Buenos Aires y que constituían la primera y tercera secciones electorales. Nos reuníamos con el jefe de gobierno local y delegados de las fuerzas vivas y de instituciones de bien público. Acompañábamos al gobernador todo el gabinete y tomábamos nota de los problemas y situaciones que merecían atención. Alende tenía un gabinete de jóvenes profesionales que, después, casi todos fueron ministros a nivel Nacional como el Doctor Aldo Ferrer, el ingeniero Horacio Zubiri y el Doctor Jorge Whebe. Se elaboró un ambicioso plan vial, un plan de electrificación de pueblos, y un plan hidráulico para prevenir inundaciones.

Desde la Secretaria de Prensa y Difusión a mi cargo planeamos un plan cultural que tuvo su acto principal en la realización del Festival Cultural de Mar del Plata. Contratamos como asesores a primeras figuras de cada actividad, como Vassili Lambrinos en danza, Marcelo Lavalle en teatro y Carlos Saffer en música. Se realizo en el gran espacio abierto entre el edificio del Hotel Provincial y el casino central El festival duro quince días consecutivos con espectáculos gratuitos y gran concurrencia de público. Nos inspiramos en los festivales anuales de Florencia, Edimburgo y Granada. También se organizaron grupos artísticos dirigidos por Ariel Ramírez [3] que a actuaron durante todo del verano en las diferentes playas del litoral de la provincia y se llevo a cabo un festival del cine artístico y documental. Se conto con la decidida cooperación de la dirección de cultura de la provincia y de otras reparticiones.

Se trabajó duro, pero, el pueblo no lo agradeció y en las elecciones de legisladores, dos años después, perdimos con los peronistas. Una vez más se comprobaba que las masas reaccionan más por sentimientos que por razones. Y sin duda, los peronistas tenían nostalgia de Perón.

El gobernador Alende hizo una restructuración del gabinete. Se crearon las subsecretarías de la gobernación, para que en tres turnos, siempre uno siempre estuviera en la casa de gobierno asistiendo al gobernador y al gobierno. Yo dejé la secretaría de prensa y asumí una de esas subsecretarías Estábamos a cargo de la gobernación por 24 horas y dormíamos en un departamento de la misma residencia.

Ahora pienso que probablemente cometí un gran error al no aprovechar esos días libres de la semana para apurar mis estudios en la facultad de derecho. Tenía quince materias aprobadas, me faltaban otras doce. Ese tiempo me hubiera alcanzado para graduarme. Pero yo tenía vocación y ambición política y quería ensanchar las bases en mi área de Vicente López y toda la primera sección electoral de la provincia por lo que todo mi tiempo libre lo usaba haciendo política. Ahora, me consuelo pensando que no hubiera sido un buen abogado, porque me disgustaba el papelerío y los expedientes y hubiera odiado transitar los lúgubres pasillos de los tribunales o revisar legajos hacinados en los juzgados.

Seguíamos viviendo en nuestro departamento de Coronel Díaz. Normita había ingresado a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires y adoptado su segundo nombre María. Andrea estaba terminando la escuela secundaria.

Una mañana, lavándome la boca, me di cuenta, que se me había desprendido un diente. Con tristeza y resignación me di cuenta que la vejez ya se había insinuado.

A papá se le había dado por subir al techo de la casa de Olivos, pasando por la ventana de mi dormitorio de soltero, Un día, obreros que estaban trabajando en la construcción de un edificio frente a casa, llaman a mamá a los gritos, avisando que había una persona caída en el techo. Con ayuda de los mismos obreros se intentó bajarlo, pero no fue posible, Entonces mamá llamó a los bomberos voluntarios de Vicente López de los que Tito Livio era miembro, quienes vinieron enseguida y subiendo con su larga escalera pudieron rescatarlo y llevarlo al hospital. Después de algunos estudios y cuidados papá volvió a casa alegremente. Era mi héroe .Ni enfermo perdió su humor. Agradezco sus genes que me dieron el optimismo y la risa fácil.

Hace poco leí sobre las bondades de la risa, como activadora de la circulación sanguínea y movilizadora de nada menos mas que 400 músculos. En la India hay más de 700 clubes de la risa.



        Con Normita y Andrea en Coronel Díaz


La familia de Norma nos visitaba periódicamente y nosotros, todos los años para el 24 de diciembre, nos reuníamos en Montevideo en noches de fiesta, regalos y alegrías presididas por la querida Fina, la mamá de Norma. Una noche, sólo familia, llegamos a ser 47 porque nuevos niños se sumaban, sin pausa, cada año. Nunca olvidé con cuanta generosidad me acogieron en la familia Bianchi-Perdomo, por eso merecen con creces mi agradecimiento y mi cariño.

Después de la reunión familiar de Navidad , en la casa de Carrasco, siempre nos íbamos con Norma a pasar unos días en Punta del Este. Nuestro hotel favorito era “la Cigale” sobre Playa Mansa,donde abríamos la puerta del cuarto y estábamos ya pisando la arena de la playa .La dueña era una señora francesa, Madame Picaud y la comida era buenísima. Tomando sol en esa playa una tarde le prometí a mi Norma que algún día le iba a comprar una casa en Punta del Este. Veinte años después pude cumplír esa promesa.

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              Los actos políticos


Mi hermano Tito Livio también era un apasionado de la política y era un fogoso orador. Fue candidato a intendente del distrito de Vicente López, aunque también perdió ante los peronistas. Fue un activo concejal y hoy, una calle del pueblo de Munro, lleva su nombre.



                              Tito Livio Seoane

El tiempo pasaba rápido y llegaron las elecciones de 1962. Frondizi permitió la participación del partido peronista. Yo fui candidato a senador provincial por la primera sección electoral. Nos movilizamos febrilmente. Nuestro candidato a gobernador era el Dr. Guillermo Acuña Anzorena y el lema era “Adelante Fuerza Joven”. Un amigo, propietario de un pequeño helicóptero me llevaba a algunos actos políticos. Siempre teníamos buen público, en parte, porque en esos años la llegada de ese aparato era una novedad que atraía la curiosidad. El gobernador recibía algunas personalidades y después me pedía que yo siguiera con ellas, si necesitaban un trámite o si tenían algún tema que precisaba un seguimiento. Un día recibí así a Cipriano Reyes, el legendario secretario general del sindicato de la carne que con Eva Duarte había avanzado con una marcha multitudinaria sobre Buenos Aires, en aquel histórico 17 de octubre de 1945 exigiendo y logrando la libertad de Perón. Ya lo había conocido en la época de Canal 7 e hicimos amistad. Habían pasado muchos años de aquella jornada Revolucionaria. Cipriano había disentido con Perón y por eso estuvo preso y torturado. Escribió un libro que se llamó “Yo hice el 17 de octubre” y que me lo dedicó con las siguientes palabras: Al cordial, afectuoso y siempre amigo, Mario Seoane, publicista de canal 13 de televisión, amigo de años, cuyos ideales se proyectan por la superación humana y la libertad de los pueblos. Te pido me hagas llegar tus pensamientos respecto a la verdad histórica de de este libro que te dedico de puño y letra con el más sincero afecto de mi corazón. Un abrazo. C.Reyes”. Gracias Cipriano!

El gobernador me pidió que fuera a Bahía Blanca, a visitar al escritor Ezequiel Martínez Estrada que le había enviado una cálida carta. Premio Nacional de literatura por su ensayo “Radiografía de la Pampa” y presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Martínez Estrada, era un típico intelectual, poeta y ensayista, entregado cien por ciento a su obra. Era muy austero; por toda la casa tenía platitos con maníes y con almendras que comía cuando tenía hambre, así como dormía cuando tenía sueño. Vivía sólo y soportaba una molesta enfermedad de la piel. Me obsequió y dedicó los dos volúmenes de “Muerte y Transfiguración de Martín Fierro”, ensayos sobre el monumental poema “Martin Fierro” de José Hernández.

Frecuentaban los almuerzos en la gobernación los miembros de la jerarquía católica en La Plata. Los encabezaba el obispo, monseñor Plaza, obispo de La Plata, con monseñor Primatesta y los acompañaba monseñor Podesta que era el obispo de Avellaneda. Plaza me trajo de Roma la bendición papal de Juan XXIII. Era dicharachero, simpático y pedigüeño de vales de nafta; Primatesta era austero y sabio, era un placer escucharlo y Podestá era el más joven; un día se enamoró, colgó los hábitos y se casó.


                      En mi despacho de la gobernación.

Espeche me había enseñado que el peso de la pequeña porción de tinta de una impresión hace que un papel, un volante político por ejemplo, siempre caiga boca abajo. Entonces decidimos imprimir la propaganda de mi candidatura de ambos lados. Así, mi cara sonriente estaba en las calles


                            Candidato 1964

THabía hecho amistad con el cura de la Iglesia parroquial de Olivos, Monseñor Bastos a quien el Papa había nombrado Camarlengo de Su Santidad. Era ciego, pero a pesar de esa limitación era un incansable trabajador social en todos los barrios de Vicente López. Para trasladarse siempre dependía de la buena voluntad de algún feligrés por eso un día vino a La Plata a pedirle al gobernador si podía proveerle un vehículo. Como eso no era posible le dije al Dr. Alende que yo podía pedirle esa ayuda al Gerente general de la Fiat, Dr. Oberdan Sallustro, con quien teníamos buena comunicación. Acompañado por Monseñor Bastos visitamos a ese gran caballero y filántropo que era Sallustro y el religioso obtuvo el pequeño automóvil que necesitaba. Poco tiempo después la siniestra organización del ejército revolucionario del pueblo, ERP, liderada por Roberto Santucho, asesinó a Sallustro.

Lamentablemente ganó las elecciones Andrés Framini, dirigente del gremio textil, candidato de los peronistas. Yo fui electo como senador provincial, pero ante la presión de las fuerzas armadas antiperonistas, Frondizi, tuvo que anular las elecciones. También se intervino la provincia de Buenos Aires. El gobernador Alende me encargó recibir al interventor militar en la puerta del ascensor de la sala de acuerdos. Era un ignoto general Salas, a quién recibí fríamente y sin darle la mano.

La anulación de las elecciones donde había ganado el peronismo no fue suficiente para calmar a los militares exaltados que también acusaban a Frondizi de simpatía pro comunista, por el hecho de haber recibido, en una reunión secreta al Che Guevara. En su ceguera, los militares no repararon que Frondizi había intentado, con esa reunión, una gestión mediadora entre el “Che”que representaba a Cuba, en la reunión de presidentes que se había celebrado, días antes, en Punta del Este, y el presidente Kennedy de USA con quién Frondizi mantenía muy buena relación.

Con mi agencia de publicidad Boomerang había ordenado publicidad en varios diarios de Buenos Aires. Mi tío Pepe nos había salido de garantía ante los medios. La comisión de finanzas del partido estaba en quiebra. Me hice cargo del pago de todas las deudas con los diarios “Clarín” y“La Nación” en un gran esfuerzo económico que me costó años recuperar. Frondizi y el partido me agradecieron formalmente.

Los militares derrocaron al gobierno de Frondizi. Para la Argentina, fue una desgracia irreparable, una interrupción institucional, irracional y ambiciosa, de la que algunos protagonistas, tanto militares como civiles, hoy, ya tarde, se arrepienten.

Algunos años después con Norma estábamos almorzando con Frondizi, y varios amigos. Se me ocurrió comentar que creía que había sido un error frenar la llegada de las fuerzas leales del ejército para pactar con los rebeldes que después igual lo derrocaron. Se enojó. Me dijo que yo no entendía que él había querido evitar que corriera sangre de argentinos. Soporté su reto pero sigo creyendo que fue un error, que además le costó su carrera a varios militares, entre ellos mis amigos, el general Julián García, Jefe del acantonamiento de Campo de Mayo y el Coronel Federico de Alzaga que había sido compañero del exilio en Uruguay. Fue también adiós a la anhelada senaduría