Mi refugio

Mi refugio
Alborada

sábado, 15 de diciembre de 2012


MARIA ANDREA


María Andrea no se había quedado atrás en el fracaso matrimonial. Al poco tiempo que llegamos a USA, tuvo un pequeño accidente en Miami, con el auto que conducía mi empleado Ernesto Novarín. Después de ese susto, lamentablemente, decidió volverse a Buenos Aires, a nuestro departamento de Coronel Díaz. Nunca debimos permitírselo; fue un gran error mío y de Norma. Tal vez su vida hubiera tenido otro curso si se hubiera quedado con nosotros en Miami. En Buenos Aires, conoció a Jorge Labrouse, un don nadie, engominado al estilo Gardel. Un muchacho de familia humilde, sin estudios ni trabajo, pero con delirios de grandeza. Quedó embarazada. Fue un gran disgusto para nosotros. Se casaron y les compramos un pequeño departamento en el barrio de Belgrano.

En esa época yo obtuve mi jubilación y cobré una buena suma por retroactividad, Labrouse me pidió un préstamo para poner un negocio en el mercado de frutos. Creo que algo me devolvió, pero todavía estoy esperando por el resto. Al poco tiempo nació Santiago, nuestro primer nieto; un rubio, sano y hermoso.
 
                                                                Jugando con Santiago 

La pareja de Andrea y Jorge no duró mucho. Se divorciaron y Andrea quedó otra vez sola. Después conoció a Alejandro Raimondi, un rubio buen mozo y de buena familia, pero casado y también sin profesión.

Alejandro era simpático e inteligente y hubiera podido tener éxito en cualquier actividad, aceptando empezar de abajo, pero se sentía gerente o director o planeaba negocios que no se dieron. El día que nació Sebastian el padre no estaba y la enfermera lo trajo a mis brazos porque creyó que yo era el padre. Era un hermoso niño, rubio y sano.

Andrea, con Santiago y Sebastián, seguían viviendo en nuestro departamento de Coronel Díaz. Cuando Andrea tenía algún problema con los chicos, el que aparecía y ayudaba era Labrousse, el papá de Santiago. Raimondi reconoció a Sebastián recién cuatro años más tarde. Desde entonces y hasta hoy, Andrea, sus hijos y todos los gastos de su casa estuvieron a nuestro cargo, con la excepción de algunas modestas y esporádicas colaboraciones de parte de Labrousse o Raimondi. Andrea no tuvo suerte con sus dos parejas, Al cual peor. Sus hijos son para Andrea la razón más valedera de su vida

 
                                            Con Sebastián y Santiago

La relación de la pareja Andrea y Alejandro se deterioraba cada vez más. Para entonces la familia Raimondi, el recordado y querido Perico y Teté, padres de Alejandro, habían vendido su hermoso chalet en la Avenida Federico Lacroze y a instancias de Alejandro habían comprado un departamento en el mismo edificio de Andrea, en el cuarto piso, en la calle Moldes entre Pampa y Sucre. Andrea tenía el séptimo piso. Esa mudanza lo entristeció mucho a Perico y poco después enfermó y falleció. Le ofrecí a Andrea mudarse a otra propiedad, pero no quiso. El edificio tenía un encargado muy eficiente que era chileno, Roberto Williams. Culto, amable, y además excepcionalmente buena persona que seguía de cerca los problemas de Andrea y estaba siempre dispuesto para darle una mano. Nosotros le estamos agradecidos y lo consideramos un amigo, así como a su mujer y sus hijas.

En esa época de desencuentro de la pareja Andrea y Alejandro, nació el tercer niño. Le propusimos a Andrea llamarlo Lucas por el autor de uno de los Evangelios del Nuevo Testamento y Pablo, por el Papa polaco al que admirábamos. Tal vez esos nombres iban a acompañar la vida feliz que le deseábamos. Después supe que Lucas, en hebreo significa “el que dice cosas dulces”. La relación de Andrea y Alejandro Raimondi era pésima hasta que, finalmente, Andrea le pidió a Alejandro que dejara el departamento.


                                                      Con la familia Raimondi

Un desgraciado accidente ensombreció aun más la vida de la familia Raimondi. El hijo del primer matrimonio de Alejando falleció en un absurdo accidente de tránsito.


Estaba en el auto de un amigo, esperando la luz verde del semáforo cuando otro automóvil, con un conductor alcoholizado, entró con luz roja y los embistió. Alejandrito tenía diecisiete años y era un joven encantador, inteligente, estudioso y deportista, Fue un impacto demoledor para todos del que nunca se repusieron. Desde luego que incidió también en la relación de Andrea con Alejandro. Lucas que crecía alegre y feliz, muy apegado a su abuela Tete, también acuso el golpe. Le gustaban las hierbas y las flores y plantaba y cuidaba de ellas en el balcón de la abuela. Era un niño muy sensible y la mala relación entre los padres y la pérdida de su medio hermano a quien quería mucho comenzó a afectarlo y a ponerlo triste. Notamos alarmados, ese cambio.                   
 
Sebastián Mario

                                                                         Lucas
 

 

Andrea tuvo el merito de salir adelante con la crianza de sus tres varones, sin el suficiente apoyo, espiritual y económico de los padres. Buenos Aires, con sus riesgos, tentaciones y malas compañías es un gran riesgo. Santiago, el mayor no siguió estudiando pero es experto en computación y tiene un buen empleo en el congreso de la nación. Sebastian estudia Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y además tiene un estudio de fotos y video, con muy buen sentido artístico, Lucas el menor, tiene algunas dificultades de aprendizaje, pero está terminando su estudio secundario y le gustaría ser Chef.

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