Mi refugio

Mi refugio
Alborada

miércoles, 29 de mayo de 2013


KEY BISCAYNE


 Key Biscayne, en la Florida, a sólo 10 minutos de la ciudad de Miami, atravesando un frondoso parque y un puente levadizo, era un lugar tranquilo y seguro, muy bien elegido por Norma para lo que pensábamos iba a ser un año en USA. A la entrada había un cartel que decía: “Bienvenidos a Key Biscayne, el paraíso encontrado”. Primero alquilamos un departamento de un hijo de Goar Mestre, en la calle Galen Drive, a una cuadra de la playa, en un simpático edificio de tres pisos. Por distintas razones y conveniencias, nos cambiamos de departamento tres veces, pero siempre en el tercer piso del mismo edificio.

 


 
 
 
 
 
 
Siempre juntos ¡

 


   





                 


En Miami Beach con Gaby Sabatini y una amiga.  

 A la mañana temprano, cuando podía, jugaba al tenis en las canchas del Hotel Sheraton Royal Biscayne, en la esquina de casa. Allí conocí a la divina Gabriela Sabatini, que se entrenaba con el chileno Appey. Después al papá Osvaldo, la mamá Betty y toda la familia. Un día me comentó Osvaldo que en el edificio donde ellos vivían, en esa misma cuadra, estaba en venta un departamento y le parecía una buena oportunidad para que nosotros dejáramos de estar alquilando. Nos decidimos y lo compramos. Era un tercer piso externo. Los Sabatini vivían en el segundo. A la tarde nos juntábamos a tomar mate con facturas y charlar de tenis y de nuestra argentina.
 

 Buena pesca




En las costas del Atlántico había buena pesca y a veces salía a probar suerte, en los barcos que zarpaban de Miami Beach o de Haulover Beach. En La Florida muchas especies podían pescarse pero había que devolverlas al agua. Otras tenía medidas mínimas para poder retenerlas y los guardias costeros eran muy estrictos en su vigilancia.

Mi compañero de tenis en Key Biscayne era un médico urólogo, poco menor que yo. Jugábamos, casi todas las mañanas en las canchas del Hotel Sheraton en la esquina de nuestro departamento, practicando y ensayando tiros hacia zonas predeterminadas. Lo hacíamos bastante bien y nos divertíamos como chicos. Una mañana, cuando había regresado de un viaje la noche anterior, llamé a su casa para combinar un juego. Me atiende su hijo y cuando le pido por su papá, me dice:- “papá murió”. Me quedé mudo y trémulo, de golpe se me había presentado, en vivo, la cruel fugacidad de la vida.

Un recuerdo para una pequeña señora boliviana que nos acompañó por dieciocho años, ayudando a Norma en todas las tareas de la casa. Su nombre Leopoldina Fuentes. Decidió casarse con un cubano americano, para poder obtener los documentos y legalizar su residencia en USA, pero al hombre lo mataron de un tiro en la frente, una noche, al salir de un bar. Ella siguió tesoneramente las gestiones y logró no sólo la residencia sino después, también la ciudadanía americana. Regresó a su Bolivia natal y allí recibe mensualmente su jubilación de USA.

 

Norma y Leo









Key Biscayne invitaba al deporte y la vida aire libre. Andábamos en bicicleta con Norma hasta un pequeño puerto deportivo, recorriendo un estrecho sendero senda entre la flora tropical del parque. 
La piscina de Key Colony, en Key Biscayne.

 Nos mudamos a un departamento del sexto piso del complejo residencial Key Colony, el mismo al que se habían mudado poco tiempo antes los Sabatini. Parecía que los seguíamos.

Ni la arena ni el agua de Key Biscayne, eran tan buenas como en Miami Beach, ni como nuestras playas argentinas o uruguayas, pero la teníamos ahí a pocos metros del departamento y la disfrutábamos. La piscina del condominio, junto al mar, también era una tentación.

En Key Biscayne descubrí el yoga como una importante disciplina para el cuerpo y el espíritu y también tomé algunas clases de Tai Chi, del que me había hablado con entusiasmo la prima de Norma, Graciela Perdomo, que lo practicaba y enseñaba.  
 
Eterea Graciela
 

 Fue una buena experiencia en la que me acompañó Norma. Conocí y practiqué varias terapias alternativas, complementarias de la medicina tradicional. Yoga quiere decir unión y es una experiencia que brinda herramientas necesarias para encarar la vida. Ayuda a combatir el stress y lograr una vida más armoniosa. Seguí haciendo yoga en el Cantegril Country Club de Punta del Este con Martha, una gran profesora que recuerdo con admiración y afecto. Con ella encontré sentido e interpretación a las asanas y al sonido místico de los mantras. Martha nos enseñó que la respiración es fundamental en la práctica del yoga y una de las formas por las que podemos absorber “prana”, que en sanscrito quiere decir: “energía absoluta”. Los masajes y la quiropraxia siempre me hicieron bien así como la acupuntura, el reiki y la reflexología. El doctor López, profesional quiropráctico, sigue siendo una visita obligada para Norma y para mí cada vez que vamos a Miami.

Por el yoga llegué a la meditación. El principio de meditación es el conocimiento de uno mismo. Cuando no hay ninguna actividad del yo llega el silencio y el silencio es la verdadera meditación. La mente debe estar callada, prestando la mayor atención, pero sin calificar, comparar ni desear nada. Cuando en ese estado el yo está totalmente ausente se llega a la meditación.

Recomiendo el libro “El Yoga de las Cuatro Estaciones” de Andrés Percivale recordado y querido ex compañero de Canal 13 y el primer locutor del famoso noticiero Telenoche junto a Monica Mihanovich. Es ameno y muy instructivo. Andrés vivió en la India y hoy es un reconocido maestro.

Tai Chi en Key Biscayne

Cuando buscaba secretaria para la oficina en Miami, se presentó una cubana recién exilada, maciza y extrovertida que ya en la entrevista previa me dijo que ella ni preparaba café ni se acostaba con el jefe, a lo que le contesté que ni aunque me lo pidiera. Se rió y la contraté. Fumaba y se sacaba el calzado de modo que cuando alguien entraba a la oficina veía sus pies descalzos. Era muy política anti Fidel Castro lo que me simpatizaba y era amiga del gran poeta cubano Reinaldo Arenas, también refugiado. Reinaldo era un hombre brillante pero muy engreído y cuando nos conocimos no me dio mayor importancia porque seguramente yo no estaba a su nivel intelectual. Poco tiempo después murió de Sida.

Compré una lancha con motor fuera de borda de 85 hp y salíamos a pescar y a bañarnos en un banco con aguas transparentes frente el faro de Key Biscayne. Una tarde, en que volvíamos de la pesquería Norma estaba sentada a mi lado y como vi que una caña en la proa estaba moviéndose peligrosamente, le pedí que fuera a acomodarla. Se levantó y con tal mala suerte que en ese momento una pequeña ola sacudió la lancha y la hizo caer. Gritó de dolor y después se quedó inmóvil, en el piso. Temí que hubiera sido muy grave. Muy despacio enderecé hacia la guardería. Varios marineros la levantaron y la subieron y acostaron sobre el muelle. Uno de ellos tomó una manguera y bañó a Norma, con fuerza y reiteradamente. Era necesario para sacarle toda la sal o agua salada que tuviera en el cuerpo ante la posibilidad de que fuera necesario un yeso. Llamaron al “rescue” que es el eficiente servicio de emergencia de Miami. Lo primero que hicieron fue ponerle en el cuello un collarete preventivo para evitar cualquier movimiento. Fuimos al Merci Hospital donde estuvo en observación por tres días. Se le habían aplastado dos vértebras. Mi pobre Normita me había quedado más petiza. El accidente no había sido mi culpa, pero creo que en el fondo Normita no me lo perdonó nunca. Sobre todo porque había un antecedente. Un día volviendo de La Sirena, en nuestra lancha, ante la inminencia de superar una ola causada por una embarcación grande le dije a Norma que tuviera cuidado con una canasta de huevos que traíamos. Ella cuidó los huevos, pero en el golpe seco que pegó el casco de la lancha, se lastimó una costilla. En esa época no hacía ejercicios y no tenía los reflejos la flexibilidad que logró después cuando comenzamos a ir rutinariamente al gimnasio.

Precisamente en el gimnasio le sucedió a Norma un hecho importante. Escuchó a una señora hablar un español con un acento que era típicamente rioplatense Pero Norma, curiosa, le preguntó si eran argentinos. La señora, más bien molesta, le contestó que ella y su marido a su lado, eran uruguayos Norma les dijo que ella también era uruguaya y allí con la señora ya más bien dispuesta, siguió una conversación que descubrió que las abuelas de Norma y de la señora del gimnasio eran hermanas y en consecuencia Norma y la señora Sonia, que así se llamaba, eran primas.
 
         El departamento de Galen Dr .  
                  
   La prima Sonia

Fué un alegre e inesperado reencuentro porque además resultó que tenían casa en Punta del Este y muy cerca de la nuestra. Sonia y su marido Edgardo Umpierrez son hoy encantadores amigos que el destino nos acercó.

Todos los años en el mes de noviembre se disputaban en Key Biscayne varias carreras. Nuestras queridas vecinas y amigas, Pat Ketchum y Chris Collins, ya habían participado y me entusiasmaron para anotarme en las cinco millas de caminata aeróbica. Con seriedad comencé a entrenarme todos los días. En 1995, salí segundo y gané en 1996 y 1997, siempre mejorando el tiempo empleado.

 

Final de Marathon con Pat Ketchum, el Alcalde de Key Biscayne y Cristina Collins
 

 

En Key Biscayne con los cuatro nietos

 Con los hospitales de Miami, Norma no tuvo suerte. Por distintas causas estuvo en varios hospitales, entre ellos el Baptist Hospital y el Mount Sinai. A este último fuimos para que le hicieran un estudio gástrico. Nunca supimos bien que pasó, pero del estudio pasó a estar internada por varios días y llegaron al disparate de medicarle Demerol que es una medicación para tranquilizar estados de histeria. Llamé al médico a su casa a las diez de la noche y le dije de todo menos bonito; se disculpó y le cambiaron los medicamentos. Al otro día huimos. Además, la limpieza en todos los casos, fue casi inexistente. María y Gladys Amestoy que nos acompañaron, fueron testigos de esa vergüenza. La explicación fue que tenían problemas con la empresa contratada para la limpieza. 
 

 María, Norma y Beba y Luis Zalamea

 Cuántos buenos amigos nos deparó la actividad periodística y empresaria en el mundo del turismo! Disfrutaba de la conversación intelectual y la sabiduría gastronómica del colombiano Luis Zalamea. Había sido director de la SATO, South American Tourist Organization, funcionario de Naciones Unidas y ejecutivo del turismo de las islas Bahamas. Pero Luis, fundamentalmente, era y es un romántico poeta, novelista y ensayista. “El Circulo del Alacrán” y Las guerras de la champaña” me cautivaron para leerlos dos veces.  Es la reconstrucción del tiempo y vida de sus antepasados, la zaga de la familia Zalamea Borda que fue de gran abolengo y un cuidadoso e informado cuadro de costumbres del siglo XIX .

Zalamea es inteligente y erudito. Su prosa o su poesía, entusiasman. Debiera ser más conocido y famoso, pero ahora en sus años maduros se lo está valorando como merece. Yo me deleito conversando con él; lo aprecio mucho y lo admiro. Sus poemas, en español o en inglés, son de alto vuelo e inspiración. A su lado está siempre, Beba, una cubana verborrágica y encantadora. Sin duda que Luis nació para escribir pero la vida lo llevo a tener que escribir para vivir.

Estando en Madrid, en la fecha patria del 9 de Julio me invitaron a un cocktail en la embajada argentina. Yo estaba conversando con una actriz amiga, Libertad Leblanc, cuando se acercó la ex presidente argentina Isabel Perón que era amiga de Libertad. Nos presentamos. Era pequeña, casi insignificante, con un exagerado acento español que me pareció ridículo. Era Doña Nadie. Sólo el disparate enfermizo de Perón pudo hacerla vicepresidenta y a su muerte, presidente de nuestra Argentina.

Con Isabel Perón y Libertad Leblanc

 Cuando Andrea y los dos primeros nietos vinieron a visitarnos a Key Biscayne los llevamos a Disney World. Hacía calor, se cansaban, pero nosotros disfrutamos de esos dos niños y de Andrea, con mucha felicidad.

 Con Andrea Santiago y Sebastian

Cuando Disney World en Orlando, cumplió quince años invitaron quinientos periodistas de todo el mundo. Fue una celebración increíble. Llamaron a mi secretaria pidiéndonos datos para confeccionarnos a medida toda la ropa de etiqueta, hasta los zapatos negros, de charol.

Todo el parque de diversiones se cerró y quedó exclusivamente para nosotros. Estrenamos un gran hotel destinado solamente a no fumadores. A la noche, en cada esquina había una montaña de hielo seco en la que reposaban el champagne francés y las copas. La fiesta duró dos días y tres noches, terminando siempre con una maravillosa exhibición de fuegos artificiales.

 Aunque a Norma no le gustaban mucho los viajes en cruceros, aceptamos varias invitaciones que nos hacían empresas clientes y siempre lo pasamos muy bien. Visitamos varias de las islas Bahamas y otras del hermoso Caribe, como Puerto Rico y Jamaica




Buena vida

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