Mi refugio

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Alborada

miércoles, 3 de julio de 2013

JAPON


 

JAPON


 

La compañía Japan Airlines y operadores turísticos de Japón nos invitaron a un viaje de familiarización a las ciudades de Tokio, Osaka y Kioto. De Miami, fuimos a Tokio, vía Los Angeles.         

El recibimiento en el apartado aeropuerto de Narita ya nos adelantó el tratamiento que nos darían los gentiles japoneses. Nos esperaba un limousine negra, con un chófer de polainas grises y guantes blancos. Y los respaldos de los asientos del auto tenían encajes blancos.

Nuestros anfitriones querían hacernos conocer mucho en pocos días. Nos mudaron de hotel varias s veces, igual que los restaurantes que nunca repetimos. El primer hotel fue el Akasaka Prince, recién inaugurado. Era todo blanco, como casi toda la decoración y amplios cristales hacia los cuidados jardines. Era, en ese momento uno de los edificios más altos de la ciudad. Tuvimos una suite, con muchas flores, pero todas eran alverjillas blancas, lilas y rosadas. De noche, casi nos enceguecían las luces centelleantes cuando la ciudad se enciende como en una exhibición de pirotecnia. El segundo día de nuestra estadía, al acercarnos a la recepción los empleados ya nos saludaban por nuestros nombres. Qué clase de entrenamiento recibían, teniendo en cuenta que estábamos en un establecimiento de dos mil habitaciones?

 
                                    Nuestros anfitriones japoneses

Tokio era como una jungla de hormigón y asfalto, con imponentes rascacielos y gente con prisa, a la que era casi imposible parar para hacerles una pregunta. Las direcciones al estilo nuestro, con calle y número, no existen. Son todas callecitas intrincadas. Te dan cajitas de fósforos con el nombre del hotel o del negocio, pero aún con taxis, descubrir Tokio es toda una aventura.

Nos mudaron al Hotel Imperial, ubicado dentro de los jardines imperiales. Vimos a las ancianas voluntarias, arrodilladas, limpiando con paciencia los pastitos el jardín. Nos agasajaron con la ceremonia del té, una tradición imperdible. En todo momento Emiko Momose estaba con nosotros y planificaba nuestra incesante actividad desde la mañana temprano.

 

Corresponsal en Japón Emiko Momose.

 Fuimos en el tren bala a la hermosa ciudad de Kioto, llena de templos y cuidados jardines. Kioto fue la capital de Japón por más de mil años y fue su centro de arte, cultura y religión. A diferencia de la intrincada Tokio, Kioto conserva su trazado cuadricular que hace fácil la orientación. En Kamakura, se nos presentó un mundo asombroso de templos y oratorios, en medio de jardines silenciosos.

 
 

Bajo un cerezo, con el gerente del hotel, Kojiro Muroya y Emiko Momose.

 Japón fue nuestra primera y única experiencia en Oriente. Nuestros anfitriones nos hicieron conocer los mejores hoteles y restaurantes. También un cabaret para turistas. Era enorme. Hermosas japonesitas hacían pirueta en trapecios colgados del techo. No nos gustó. Todo parecía muy artificial y supongo que así también habrán sido las conversaciones de las chicas con los turistas que las invitaban. Una noche le dije a Norma que quería conocer la auténtica noche de Tokio y salí a caminar. Había buscado en un diccionario inglés –japonés los signos de la palabra cabaret. Encontré uno y quise entrar pero un japonés forzudo me dijo de mal modo que era solamente para japoneses. Después encontré otro. No había nadie. Alcancé a ver unas pequeñas mesitas redondas, en las que estaban sentados japoneses con chicas en bombacha y corpiño. No vi más porque apareció un portero grandote y enojadísimo que casi me saca de los pelos. “Japonés only, japonés only” me gritaba. Después supe que si la policía encuentra un turista en esos locales, les impone una multa altísima.

La cultura japonesa tiene un fuerte lado místico. En general tienen dos religiones. El sintoísmo, que en cada hogar tiene un pequeño altar, es el culto y veneración a los antepasados, y el budismo que es una religión apacible mostrando en las estatuas de los Budas que abundan, una expresión luminosa, altiva y serena, como de comprensión.

Visitamos Tsiki, el mercado de pescado más grande del mundo.

Osaka es la tercera mayor ciudad de Japón. Está el castillo de Osaka, la atracción turística más importante de Japón. Nos llevaron a una función de teatro japonés que llaman Kabuki. Es una expresión artística en un único acto escénico, con vistosos vestuarios totalmente diferentes a nuestras costumbres y concepto del teatro. Hicimos lo posible para encontrar y entender el sentido de lo que veíamos, de acuerdo a las explicaciones que nos habían dado, pero no lo logramos y nos aburrimos solemnemente. También tienen el teatro Manzai que se basa en diálogos cómicos. Obviamente, no fuimos.

 

Teatro Kabuki en Osaka


Osaka es también el centro cultural de Japón. Tiene la mayor cantidad de templos budistas y santuarios sintoístas del país, los mejores palacios y asombrosos jardines. Por respeto a su inmenso patrimonio cultural, Osaka no fue bombardeada durante la segunda guerra mundial. Se especializan en el arte de preparar el incienso, confeccionan delicados abanicos. Probamos sus raros caramelos de verdura y de legumbres.

 
 Frente al segundo más grande Buda de bronce en Japón


La tierra del sol naciente, fue una gran experiencia. Admiramos su avance tecnológico, participamos de ceremonias religiosas, de budismo y de sintoísmo. Le compré a Norma unas lindas perlas, hicimos un viaje en el tren bala y nos despedimos de ese país tan especial. Después de haber perdido la guerra ya se habían recuperado y eran la segunda más rica economía del mundo. Agradecimos sinceramente a nuestros anfitriones y escribí en la revista dos notas de seis páginas tratando de reflejar nuestras impresiones.

           
El abrazo del amigo presidente Guillermo Sanabria

 
Nuestro trabajo con la revista Cotal como un valioso instrumento de comunicación e integración latinoamericana, era más valorado por empresarios y autoridades internacionales que por algunos directivos de la Confederación.
 
 

 

 





Reconocimiento del Consejo Directivo de Cotal a nuestro trabajo editorial.

 Hubo grandes presidentes de COTAL con quienes tuvimos amistad y excelente relación y que siempre estuvieron dispuestos a avalar y facilitar nuestra tarea periodística. Es justo mencionar a Raúl Soriano, de Perú; Roberto Recio, de Argentina; Mario Amestoy de Uruguay, Gustavo Sanabria, de Bolivia y Loris Isatto de Brasil. A ellos, desde estas memorias, nuestro recuerdo y agradecimiento.

 

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