Mi refugio

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Alborada

miércoles, 13 de marzo de 2013


LOS PRIMEROS ANUNCIANTES


 

Menciono un justo reconocimiento para los primeros grandes anunciantes que prestigiaron a nuestra revista: Viajes Polvani de Italia y la empresa mayorista española Meliá que nos acompañaron, desde el inicio, anunciando en las retiraciones de tapa y contratapa y en colores, todos los meses. Un recuerdo para la inolvidable Pan American y a su gran director de relaciones públicas, el argentino Betancourt .que siempre tuvo conmigo atenciones excepcionales

En un viaje a Italia con Norma tuvimos oportunidad de conocer y agradecer su apoyo a don Fortunato Polvani, un patriarca del turismo italiano e internacional. Don Fortunato se había iniciado con una agencia en Génova y su primera sucursal en América fue en Buenos aires, en 1949. Era un hombre de principios y su empresa se caracterizó por el respeto al pasajero y al fiel cumplimiento de lo pactado. Su slogan me impactó: “El mejor viaje, todo el viaje”. Otro auspiciante, Viajes Meliá, fundada por don José (Pepe) Meliá, era una gran empresa mayorista que desde siempre ofrecía” garantía de buen servicio, con todo, en todo momento” Su director en Buenos Aires era Juan Carlos Kalhat, un caballero, gran profesional y posteriormente querido amigo.

Ricardo Román, un argentino radicado en Brasil, desde hacía muchos años y uno de los grandes dirigentes del turismo brasileño, fue también un cliente y amigo desde nuestros inicios. Propietario de hoteles y representante de compañía aéreas, nos acompaño siempre con su solidaridad.

Noemí Trapani nos presentó en Miami a Patricia Carman, una amiga, ex azafata de la empresa Braniff que acababa de retirarse de la aviación comercial. Mi primera impresión fue negativa y le dije a Noemí que a Patricia no la veía como vendedora, que no le veía uñas para guitarrera, como afirma el dicho criollo. Tuve que arrepentirme de esa errada apreciación. Noemí insistió y Patricia comenzó a vender publicidad para la revista, convirtiéndose al poco tiempo en nuestra vendedora estrella. Aprendí a no prejuzgar.

 
                                                    Con Norma y Patricia 

A Noemí Trapani le debo reconocer su esfuerzo sin pausa y con sacrificio para abrir el mercado del área hispana de USA para la revista COTAL. Ambas fueron pioneras en ese gran mercado y Patricia, hoy, muchos años después, es una amiga querida, que considera a Norma como su segunda mamá.

 
                      Carmen Ugarte Ruiz, corresponsal en España, con Norma. 

Fue una época de viajes incesantes por todo el mundo. Poco a poco comenzamos a designar corresponsales. Los primeros fueron en Uruguay, Venezuela, Perú, Chile, España, Portugal y Japón.

Conocí varios de los renombrados Club Mediterranée que crecían y se extendían por todo el mundo. Fracasé en varios intentos por hacerlos clientes y anunciantes de revista Cotal. Fueron innovadores y de los primeros en el sistema de “todo incluido” y sin propinas. En un Club Med de las Bahamas tuve una experiencia insólita. Fui a tomar un masaje y antes de comenzar la sesión la masajista isleña me pidió permiso para cantar. Desde luego que lo concedí y comenzó a cantar canciones religiosas con una hermosa voz hasta el final de la sesión. 

 
                                        Congreso anual de la Achet, Puerto Varas, Chile. 

Con Brasil tuvimos siempre contratiempos. Nos fracasaron varios corresponsales. Por eso los negocios con ese gran país, que no fueron muchos, siempre los llevé adelante yo. Los brasileños querían trabajar para la revista y prometían su dedicación pero no cumplían. Eran simpáticos y divertidos y les gustaba la representación que la revista les daba y que les abría las puertas para muchas invitaciones, pero no producían negocios. Comencé a concurrir y participar en todos los grandes eventos turísticos de Brasil. El Congreso de la Asociación Brasileña de Agencias de Viajes, ABAV, se realizaba cada año en una ciudad diferente lo que me dio oportunidad de conocer casi todo ese enorme y hermoso país.

Volví a la maravillosa ciudad de Rio de Janeiro, tal vez la ciudad más hermosa de mundo por el espectacular paisaje que la envuelve.

El Congreso de Cotal en Recife y Olinda, dos ciudades hermanas y vecinas fue un éxito por la cantidad y calidad de los participantes y por el escenario tan hermoso de ambas ciudades. Recife es una pequeña Venecia con numerosos canales que la surcan. Olinda con sus altas colinas mirando al mar, con más de cien iglesias, con su arquitectura colonial portuguesa, merece haber sido designada patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Uno de los corresponsales que tuvimos en Brasil fue el Dr. Pedro Chavez Barcellos, médico pediatra y miembro de una familia patriarca de Porto Alegre. Me invitó a su casa en la hermosa playa de Torres y conocí a su esposa poco antes de que se separaran. En Brasil no había divorcio sino una separación y los conyugues quedaban “desquitados”. Había en Porto Alegre una galería comercial que se llamaba Chaves Barcelos, propiedad de la familia. Conocí también a su mamá, una gran dama de la aristocracia brasileña. Después una hija se suicidó. Pedro estuvo a prueba de tragedias y las superó; formó nueva pareja con una joven agente de viajes y abandonó su carrera médica para dedicarse totalmente al turismo. Llegó a ser presidente de Cotal, pero entonces yo ya había dejado de ser el editor de la revista de la Confederación. Lamentablemente, perdimos contacto y un día supe que había fallecido. Como siempre, la culpa fue por mi desarraigo y el hecho de que entonces aún no había aparecido el maravilloso internet que nos facilita el contacto, desde cualquier lugar del mundo.

Conocí la bella Lisboa antigua, la de los pintores y los poetas, antes del gran incendio de 1988 que casi la arrasó. Subía y bajaba sus calles adoquinadas con los ojos bien abiertos ante la presencia constante de las abuelas portuguesas, vestidas de riguroso negro, desde el pañuelo a las zapatillas. Recuerdo la gran Catedral de Se,´ del siglo XII, y la Torre de Belén, al igual que un sorprendente ombú en el medio de una pequeña plaza en el Alto. Seguramente algún navegante portugués trajo un retoño de nuestra pampa y en Lisboa prosperó.

En la capilla de los huesos, en la Iglesia de San Francisco de Évora, las paredes están cubiertas por huesos y cráneos, unidos con cemento, como una manifestación de los monjes para transmitir un mensaje sobre la transitoriedad de la vida.

Nuestro corresponsal en Portugal, Francisco Cota, era un periodista, ferviente cotalista y un personaje muy especial. Era admirador del ex dictador Salazar y vestía siempre de negro en su recuerdo. Con Cota, nuestras cenas favoritas eran petaniscas de bacalao y el delicioso pastel de nata. Era un buen gourmet y mejor catador de vinos. Nuestras conversaciones de negocios o políticas siempre eran acompañadas por algún delicioso vino añejo que él elegía sabiamente. Culminábamos con una ginebra añeja que sirven bien helada y después buscábamos algún lugar donde escuchar fados. Lamentablemente nunca coincidí con algún recital de la gran Amalia Rodríguez, la indiscutible reina del Fado.

                                       Francisco Cota

La histórica ciudad de Bahía, en Brasil, tiene una enorme influencia africana. Disfrutamos de sus playas y una noche asistimos a una ceremonia de “Iemanjá”, del culto umbanda. Iemanja, señora de mares y océanos, es la madre de todas las deidades. Vestidas de largas túnicas blancas, los iniciados arrojan ofrendas florales al agua, cantan y bailan en medio de oraciones y agradecimientos a la diosa. Unos caen en trance y otros, como nosotros, se abrazan. Vimos bailar auténtica “capoeira” y degustamos los buñuelos de frijoles, fritos en aceite de palma. Ahora, los días dos de febrero al atardecer, en la playa Mansa de Punta del Este, muchos adeptos también celebran esa ceremonia.

El gran novelista, mundialmente conocido Jorge Amado, es uno de los hijos dilectos de Bahía; disfruté en el dulce idioma brasileño casi todos sus libros, desde los primeros políticos reivindicatorios Cacao y Sudor, hasta los realistas y descriptivos Doña Flor y sus dos Maridos, Tienda de los Milagros, Teresa Batista, cansada de guerra y Gabriela, clavo y canela.

 
 

                                                      Los saveiros en Bahía, Brasil 
 
                                              Cotal en Cartagena de Indias, Colombia 

También los congresos de COTAL eran anuales y en distintas ciudades. El primer congreso al que asistimos fue en Asunción del Paraguay, en mayo de 1979. Era la XXII reunión de la Confederación. Norma me acompañó. Fue un gran éxito para COTAL y para nuestra revista que fue recibida con múltiples elogios. Empezamos a cultivar a los amigos en el mundo del turismo que iban a crecer, día a día, durante muchos años. Recordamos a la familia Salomón, agentes de viaje de Asunción que nos abrieron las puertas de su casa y nos brindaron su valiosa amistad.

La noche de la clausura del congreso se había organizado una cena de gala, lógicamente al aire libre, dado que en Asunción, hasta mayo, siempre hace calor. Sin embargo, esa noche hizo un frío inesperado. Los organizadores colocaron grandes braseros para calentar el ambiente pero no fue suficiente. No habíamos llevado abrigos, de modo que la solución precaria fue ponernos hojas de papel de diario debajo de las camisas de los smokings. Las mujeres se abrigaban con los manteles o directamente se volvían a los hoteles. Fue una tragicomedia.

En ese mismo año del comienzo de nuestra labor editorial se realizó en Buenos Aires el XIII Congreso de la Federación Universal del Turismo, FUAAV que presidía el español don Juan Careaga., otro gran señor del turismo español. El congreso de FUAAV fue un gran acontecimiento para Buenos Aires y la Argentina, al albergar a la mayor entidad privada del turismo mundial. La organización estuvo a cargo de la asociación argentina de agencias de viaje y la sede fue el moderno hotel Sheraton, recientemente inaugurado.

Ese congreso fue para mí memorable porque durante esos días conocí a quién iba a ser uno de mis más queridos amigos en el mundo del turismo, Oskar Dignoes, inteligente caballero austríaco, radicado en España por muchos años, director de turismo de Austria para España, Portugal y América Latina, casado con una gran dama española, Malules Torres Quevedo. Dignoes dio el gran impulso para difundir y promover Austria en los países latinoamericanos y lo hizo con tanto entusiasmo y simpatía que se convirtió en un personaje esperado y querido en todos los congresos de COTAL. Por Oskar conocí a Helmutt Zolles, director general del turismo austríaco y a Elizabeth Saunbauer, Sissy, directora, con quienes luego tuvimos buena relación.

 

 

 
                                          Con Helmutt Zolles y Oskar Dignoes 

Por mis responsabilidades en la revista seguía sumando reuniones, seminarios, congresos y ferias, con sus países y ciudades. Si bien trabajaba mucho, no dejaba de disfrutar de paisajes, costumbres, comidas, música y bailes. Adoré Cartagena de Indias y enfrente, sus idílicas Islas del Rosario; la feria del domingo en Chichicastenango, en Guatemala; el Parque Nacional de Masaya y Granada en Nicaragua; las ruinas mayas de Copán, en Honduras y de Palenque, en México o la misteriosa Cuzco y el impresionante Machu Pichu, en Perú.

En Caracas tuve oportunidad de visitar a mis amigos cubanos Manolo Cores y Raúl de Juan, que habían sido integrantes del gran equipo de Goar Mestre en Proartel de Argentina.

Fui dos veces a la Feria de Turismo de Milán; era inevitable tomar fotos de su famoso Duomo, pero siempre estaba cubierto por andamios para interminables reparaciones. Esa Feria no era la más importante de Europa. El ranking lo encabezaba la ITB de Berlín seguida por FITUR de Madrid y la Feria de Londres. Sin embargo concurrían muchos países latinoamericanos y nos daban convenientes facilidades a los periodistas.
  

 
                                                               La Scala de Milán.

Me di el gusto de ir al gran teatro de la Scala. Tal vez el más importante teatro de Operas del mundo. Conseguí ubicación en el popular gallinero porque otro ingreso era imposible si no se compraba con bastante anterioridad. Una noche presencié “Cavallería Rusticana” de Mascagni y la noche siguiente tuve la suerte de ver nada menos que a Rudolf Nureyev bailando “Giselle”. Maravilloso, inolvidable. Poco después, el etéreo bailarín murió en París.

Nos invitaron al Tianguis, de México. Tianguis significa, mercado o feria, en el idioma azteca. Fue en la bella Acapulco, sobre el océano Pacífico. Tuve ocasión de saludar y conversar con el Licenciado Miguel Alemán, presidente del Consejo Nacional de Turismo, ex presidente de los Estados Unidos Mexicanos y considerado el patriarca del turismo en México. Un hombre alto, encantador, muy cordial a quien fue un honor saludar.
 
 

René Martínez, director de turismo de México, Miguel Castro Etcheverría, presidente de Cotal, Licenciado Miguel Alemán, presidente del Consejo Nacional de Turismo y Mario Seoane, Director Revista Cotal.

En una convención en Las Vegas, los hoteles Hyatt ofrecieron un almuerzo campestre. Había una larga fila de grande fuentes donde cada uno se servía a gusto. Alguien me preguntó riendo, si me gustaba comer víbora porque yo la estaba comiendo con gusto, creyendo que era pollo.

                            Jugando con una víbora en Las Vegas.

miércoles, 6 de marzo de 2013


REVISTA COTAL


 

Apareció en los diarios de Buenos Aires la convocatoria a una licitación internacional para la impresión de la revista institucional de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina, con la sigla COTAL. Lo conversamos con Pallí y nos pareció muy interesante. Me reuní con mis amigos Miguel Brascó y Dante Albarelli. Brascó era abogado aunque no ejercía, periodista, escritor y genial dibujante caricaturista y Albarelli era el editor de la revista de la tarjeta de crédito Diner´s. Les gustó la idea al punto que nos unimos para formar una sociedad que se llamó “M. Seoane y Asociados” y que se integró con Juan Pallí, Miguel Brascó, Dante Albarelli y yo, como presidente. Todos aportábamos un currículo profesional, serio y solvente.

Nos presentamos a la convocatoria a la que también licitaron una empresa de Miami, USA y otra de Ecuador. El Consejo Directivo de Cotal, reunido en la ciudad de Jerusalén nos otorgó la concesión por cinco años, con opción por otros cinco. De los entretelones de esa reunión supimos que bregaron por nosotros los directores Roberto Rezzio, argentino y el chileno Mauricio Rovira.

Alquilamos oficinas en la Avenida Córdoba, en la ciudad de Buenos Aires y comenzamos a armar el equipo de trabajo. Albarelli recomendó a Ernesto Novarin como técnico gráfico y sumamos a Juan Carlos Martelli y a Vlady Kociancich en la redacción y a Josefina Redonda en ventas. Tanto Martelli como Kociancich, años después, fueron exitosos escritores, varias veces premiados.

Dada mi relación y cariño por Uruguay, escribí una amplia nota sobre el turismo en Uruguay. Entreveía el futuro que esperaba a sus extendidas playas, a toda su geografía y a su buena gente, pero, en el congreso de Salta había conocido al responsable del turismo, un mayor retirado del ejército uruguayo, que en una breve conversación me decepcionó totalmente, por ignorante y soberbio. Consecuentemente, hablé muy bien de las bondades del país y sus recursos turísticos, pero, señalé la carencia de eficientes políticas de promoción. Esa nota apareció en la primera edición de la revista y me costó un disgusto. No tuve en cuenta que, justamente, en ese momento, un alto directivo de COTAL era el uruguayo Rodrigo Marimón. Si bien lo escrito era correcto, Marimón quedó muy mal con la autoridad turística de su país y yo recibí el reproche que correspondía a mi imprudencia. Aprendí que la verdad no siempre es bien recibida. Mi debut en el periodismo turístico no fue muy auspicioso.

                                                La primera oficina de la revista COTAL

Nuestra función periodística, con la revista era ser voceros de la Confederación y de todas las asociaciones de agencias de viajes que la integraban. Mi primera participación fue concurrir al congreso de la AAAVYT, asociación argentina de agencias de viajes, que se realizaba en la ciudad norteña de Salta. Allí, escuchando las deliberaciones de los congresistas, comencé a interiorizarme sobre esa actividad tan interesante y promisora. Poco más de dos décadas después, el turismo representa para Argentina una de sus mayores actividades económicas, proveedora de divisas y creadora de miles y miles de empleos directos e indirectos.
 
Abadía de San Bernardo en Salta.

 

Fue en Salta donde me reencontré con los paisajes coloridos de sus montañas, con la elegante arquitectura colonial, el dulce acento de su gente afable y las delicias de los tamales, las empanadas criollas y el cabezón vinito torrontés que había conocido en mis épocas de gerente de los canales del interior, en Proartel.

Salta es la tierra del gran prócer Juan Martín de Guemes, por quien tuve simpatía desde las primeras lecciones de historia. En sus ponchos, él y sus valientes gauchos montoneros llevaban escrito “Morir por la patria es gloria “.

La Catedral de Salta era muy hermosa pero a mí me fascinaba la Abadía de San Bernardo y sus campanas que tenían un tañido especial, con unos tonos y una musicalidad que nunca olvidé y que Oskar Dignoes cuando las escuchó conmigo, también se encantó. 
 
                                              En el Congreso de AAAVYT, en Tucumán

Salta seguía siendo una ciudad romántica, con auténtica arquitectura de la época colonial. Fue la última ciudad que abandonaron los españoles, en la época de las luchas por la independencia.                                                     
          Me invitaron a viajar de Salta a Jujuy, por el camino de la cornisa, a bordo del camión de un amigo; acepté encantado, Pero se nos hizo tarde y salimos cuando ya atardecía. No era noche de luna y en la cerrada oscuridad, semi dormido, sentí un golpe muy fuerte y que el camión, después de un breve zigzag, frenó bruscamente. Habíamos atropellado a una pobre vaca solitaria, en medio del estrecho camino que corría, entre la pared de la montaña, a la derecha y el precipicio hacia el valle, a la izquierda. Fue un accidente con suerte y lo festejamos alegremente a la llegada a Jujuy.

Yo seguía con atención las discusiones de los congresales, en su mayoría agentes de viajes, con la participación de hoteleros, compañías aéreas y otros sectores vinculados al turismo; comencé a leer sobre el tema en libros y revistas y a interiorizarme de esa problemática del turismo que años después iba a constituirse en uno de los grandes recursos económicos de la república Argentina.

Se inició una época de viajes muy frecuentes, tanto al interior de Argentina como a las reuniones anuales del sector que se realizaban en los países latinoamericanos y a diversos congresos internacionales del sector.

Recién comenzaba el fax. Nosotros no llegamos a utilizarlo. Nos manejábamos con el télex y su desesperante lentitud. Preparábamos lo télex durante el día para enviarlos de noche porque el tráfico era menor y también menor el costo. No había Internet, emails, ni Messenger ni chat ni Skype. Cuantas veces pienso si en aquellos años hubiera podido disponer de de los asombrosos medios de comunicación de hoy, cuanto más hubiera crecido y desarrollado nuestra empresa. En el cara a cara con los clientes muchos ya habían devenido amigos.

A veces me solicitaban dar una charla, lo que hacía con mucho gusto y tenia buena recepción. Mis temas preferidos eran la publicidad, el marketing turístico y la preservación del paisaje y las tradiciones, abundando en ejemplos de los países que habían hecho un buen trabajo en el tema, especialmente Austria. Los hombres, en su codicia, con el pretexto del progreso y el desarrollo y, para construir, destruyen, sin respeto por la tradición y la historia. Bienvenido el desarrollo siempre que sea con una planificación y límites claros. Hablaba del futuro impetuoso del turismo en América Latina, con sus paisajes tan variados y seductores, sus tradiciones y folklore, y del futuro que se ofrecía para grandes inversiones de infraestructura turística. Recordaba que desde la primera agencia de viajes que fundó Thomas Cooke en 1872, el agente de viajes vende un sueño que el turista compra lleno de esperanzas que no hay que defraudar. Me gustaba referirme a la importancia de respetar los nombres indígenas de los lugares. Ellos siempre usaron una mezcla de poesía, ingenuidad y misticismo para bautizar sus ciudades y los accidentes naturales de su geografía. Esa terminología autóctona hace a su historia y su tradición. Me gustaba hablar de la importancia de los paisajes y de la inmensidad de la naturaleza y de la gastronomía local como elementos muy apreciados por el turista. Hacia un chiste sobre la diferencia entre viajero y turista.” El viajero no sabe a dónde va y el turista no sabe a donde fue”. Leía revistas especializadas y las guías de turismo que nos llegaban y un día expuse la idea de que los turistas buscan encontrar en los destinos a aquello que leyeron y les interesó antes de viajar. Insistía en que, además de su importancia económica, el turismo es un instrumento de paz, que facilita la relación y el conocimiento entre los pueblos y hace una enorme contribución al desarrollo social y cultural de las naciones. En un congreso de la Asociación Argentina de Agencias de Viajes en la ciudad de Tucumán recuerdo haberme referido al turismo rural y campesino. Un país agrícola ganadero como Argentina con tantos espléndidos y tradicionales establecimientos, pero a la vez con toda la implementación de la moderna tecnología agrícola ganadera, tenía mucho para mostrar al mundo como ya lo hacían, por ejemplo, Francia e Inglaterra. 

                                   En el congreso de la Asociación peruana, en Cajamarca
Después de una reunión de la asociación peruana decidimos hacer una excursión al Lago Titicaca y a la isla de los Uros donde hay una escuelita que como toda la isla, flota sobre una capa densa de pajas. El Lago Titicaca es el lago navegable más alto del mundo y es el centro de una región donde miles de campesinos indígenas se dedican a la agricultura y a la pesca. Su aguas color turquesa, consideradas sagradas por los incas, son hoy la frontera natural entre Perú y Bolivia. Navegamos en sus canoas de pajas y visitamos la humilde escuelita donde repartimos cuadernos y otros útiles escolares.

                                            Isla de los Uros, en el lago Titicaca

Perú es un país de increíbles recursos turísticos, por los vestigios de su cultura incaica, por sus imponentes paisajes, el arte de sus artesanos y su auténtica gastronomía. Nuestro corresponsal Augusto Cruz Carreño, nos guió y acompañó en muchos paseos culturales a Trujillo, Arequipa, Cuzco y Machu Pichu y el feraz Valle de Huaraz. En casa de Augusto me hizo conocer algunos platos delicados de la cocina peruana como las deliciosas papas a la huancaína. En Lima había un afamado restaurante llamado “Trece Monedas” en una mansión el siglo XVIII, donde se vanagloriaban de cientos de comidas, sopas y postres típicos peruanos. Se considera a la comida peruana como una de las más diversificadas del mundo. Y no quiero olvidarme de las dulces chirimoyas que eran mi postre reiterado.