Mi refugio

Mi refugio
Alborada

miércoles, 20 de febrero de 2013


hermoso libro con las firmas de todos.

 

EL JUICIO AL ESTADO.


 

Inicié juicio contra el estado pidiendo el reintegro de la empresa y el canal de televisión usurpados. El primer abogado que llevó el caso fue el Dr. Pablo Capozzi que era el abogado empleado de nuestra empresa. Pasaron varios años del proceso donde buenos amigos como el Dr. Ideler Tonnelli, compañero de las luchas estudiantiles y ministro de trabajo del gobierno militar, apoyó nuestra gestión, y nos dio una gran mano con el Dr. Fassi, procurador General de la Nación a quien le llegó el tema. Fueron innumerables reuniones que duraron meses y años a las que asistíamos con Pablo Capozzi. En cierto momento, Capozzi tuvo reuniones privadas con funcionarios de la Procuración diciéndome que había iniciado una negociación importante en el tema de la indexación sobre los valores reclamados. Empecé a pensar que la actuación de Capozzi y su comunicación conmigo estaban un poco desprolijas. Se manejaba con una independencia que no correspondía y me preocupaba. Una mañana, en mi casa de Punta del Este recibí una llamado telefónica de Capozzi, comunicándome la cifra que había aceptado, sin mi acuerdo, como indemnización. Debo recordar que en cuanto a la devolución de la onda de canal 2 de televisión ya no teníamos chance pues el plazo de la concesión había vencido. Disgustado por la actuación de Capozzi en el último tiempo; consulté con mi inteligente, inolvidable amigo Emilio Perina y coincidió en mi desconfianza. Perina me puso en contacto con el Dr. Juan Martín Romero Victorica que era el Fiscal del juzgado Federal de San Martín a donde había ya recalado nuestro juicio. Lo visité y tuvimos una larga reunión en la que me sometió a un profundo interrogatorio sobre todo el tema de Rivadavia Televisión. Romero Victorica tenía en el mismo juzgado el caso del secuestro de los hermanos Born y el caso Graiver, relacionado con Rivadavia Televisión por los préstamos del Banco Comercial de La Plata. Esa conversación alentó mi propósito de desapoderar al Dr. Capozzi. Luego de diversas consultas decidí visitar al Dr. Martín Anzoátegui, prestigioso penalista, ex Juez Federal, quién aceptó seguir el juicio. Por carta documento cancelé la gestión del Dr. Capozzi, desapoderándolo como mi abogado en el juicio contra el Estado.

Mi socio y querido amigo, Juan Pallí, así como Goar Mestre, ambos al tanto de mi planteo reivindicatorio, descreían que se ganara el juicio. Yo era el único optimista y tenaz que no bajé los brazos, y afronté reuniones y gastos, siempre con fe. Poco tiempo antes de que nos despojaran del canal y de que lo detuvieran a Juan nos habíamos reunido en un café cerca de su casa. Juan estaba advertido de que lo iban a detener. Sorprendido gratamente por mi optimismo, me propuso que si algo se lograra, después de honorarios de abogados y gastos, los primeros cien mil dólares serían para mí, como pago de mi trabajo y gestión reivindicatoria y después mitad para cada uno. Me pareció bien. Nada estaba escrito, pero el acuerdo de palabra con Juan era sagrado, así que, en su momento, así procedí con su viuda y muy querida amiga Esther.

Pallí estuvo preso durante varios meses. Nunca le dijeron de que lo acusaban Lo interrogaban con violencia física y moral. Aunque Juan fue muy discreto y reservado sobre sus días de prisión algunos comentarios me hizo Entre otros absurdos le preguntaban insistentemente sobre su relación con Ives Montand, el gran actor francés, simpatizante de la izquierda francesa a quien Pallí ni conocía. Se me ocurrió pensar que a los militares les irritó que Pallí tuviera amistad con Lidia, la esposa de Graiver, con quién solía pasear, caminando por la calle Florida. Años después, ésto me lo confirmó un oficial de policía que había estado muy cerca de esos hechos.

Juan pasó varios meses de injusta prisión sin saber nunca la razón. Al liberarlo le pidieron disculpas por la detención. Antonito Rodríguez Villar que había sido periodista policial, fue uno de los pocos que pudo verlo y ayudarlo a sobrellevar la precariedad de la cárcel. Hace años que no veo a Rodríguez Villar, hoy presidente de la Academia Nacional del Folklore, pero está presente en mis recuerdos y agradecimiento.

Con mucha entereza, Pallí se repuso muy bien del sufrimiento físico y moral por la injusta detención. Seguía siendo un hábil contador de cuentos y recitador de versos de su admirado compatriota José Martí. A mí siempre me emocionó su “Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca “. Un día nos dijo a Norma y a mí que quería presentarnos a una joven española de quien se había enamorado en Madrid. La conocimos y nos cayó muy bien. Se llamaba Esther Arbeteta, funcionaria de la televisión española, esbelta, alta y delgada y con el pelo muy cortito, como por una promesa. Los invitamos a nuestra casa en la isla” La Sirena”. Era un hermoso día de primavera, templado y perfumado por los aromas frescos de la isla. Después de caminar por el parque y hacer el recorrido clásico al que siempre llevaba a los invitados, comimos un rico asado, bajo la sombra de las glicinas azules que se descolgaban desde las altas casuarinas.

 

ESTHER Y JUAN



Estaban felices y enamorados. Juan era siempre ocurrente, irónico e ingenioso y Esther, mostró ser muy culta y agradable. Con ella se inició una amistad, hasta hoy, sincera y fraterna que, en varios viajes a España se enriqueció con el conocimiento y cariño de su madre, su hermana Salud, su marido Vicente, sus hijos y varios primos encantadores.

Esther y Juan
 
El médico que había operado las frágiles arterias de Pallí en el Merci Hospital de Miami le había advertido que se cuidara del frío que podía ser como el filo de un puñal para su corazón. Pero Juan se sentía bien y por eso no titubeó en subir a un avión y volar a Caracas y luego Buenos Aires, en pleno mes de julio, para una reunión con Samuel Liberman de quien era amigo y asesor.

Estando en Buenos Aires, pocos días antes de su muerte había llamado a casa, en Key Biscayne. Tanto Norma como yo le recomendamos seriamente que se cuidara del peligroso frío de Buenos Aires. Rió con su risa franca y contagiosa y nos respondió que estaba muy bien abrigado con su sobretodo de cashemere. Fue la última vez que escuchamos su voz y su risa. Palli estaba almorzando en las oficinas del empresario LIberman; conversaban y de pronto, después de comentar algo gracioso y de reírse con ganas, tosió y su cabeza se desplomó para siempre, ante la desazón de Liberman. En un segundo pasó de la vida a la muerte, sin sufrir, tal vez, como hubiera querido. Juan fue para mí un enorme, admirado e inolvidable amigo. Estábamos con Norma en casa de María, en Boston, cuando nos llamó Raúl de Juan, amigo y compañero en Canal 13 para avisarnos que Juan había fallecido. Estallé en un irreprimible sollozo y nos abrazamos con Norma que lloraba conmigo. Juan había sido parte importante y clave, en los últimos veinte años de nuestra vida. Le debíamos mucho a su generosidad y a la nobleza de su amistad. Lo queríamos. Por primera vez, desde que se habían casado, Esther no estaba con él. Nosotros hubiéramos querido ir a Buenos Aires, pero, no lo hicimos porque esperábamos de un día a otro el nacimiento del hijo de María, lo que sucedió felizmente el 25 de julio. Un ser querido se iba y otro nuevo llegaba al mundo. Fue bautizado como Thomas Anthony Whiteman Seoane.

Desde que ingresó a la Universidad, nuestra Norma María había decidido adoptar su segundo nombre María y abandonar Norma que no le gustaba. Decía que Norma había una sola y era su querida mamá. De jovencita admiraba a la gran periodista italiana Oriana Fallaci y decía que quería ser periodista internacional como ella. Le fascinaba su historia romántica. Oriana fue la amante de Alekos Panagulis, poeta y guerrillero, enemigo de la junta de Coroneles que había tomado el poder en Yugoslavia en 1968. Sobre la vida de Alekos, Oriana escribió un libro que se llamó:”El Hombre”. Oriana estaba predestinada a escribirlo y Alekos se lo había vaticinado:-”Yo moriré y tu escribirás un libro”. Ese libro es uno de los mejores testimonios que he leído sobre la lucha contra el poder. Como toda la obra de Oriana merece su lectura. Después, la vida de María en USA, la universidad de Harvard, su graduación como Master en Landscape Architecture pusieron alas a su vocación artística. Ahora, detrás de la arquitecta paisajista, en sus trabajos, aflora la artista.

En Harvard María se enamoró de un profesor. Se encandiló con ese intelectual, arquitecto, medio poeta y medio filósofo que se llamaba Jhon Whiteman; casado, en tren de divorcio y con dos hijos que vivían en Londres con su madre.

Norma y yo conocimos a Whiteman el día de la graduación de María en Harvard. Habíamos ido a la ceremonia con nuestra amiga Liana Escobar y también Pat Carman muy amiga de María y distinguida colaboradora en Revista Cotal. Cuando Whiteman hablaba, no miraba a los ojos y cuando estiraba su mano era siempre blanda y sudorosa. No nos gustó nada. Bianchi, el papá de Norma siempre les decía a sus hijas que desconfiaran de los hombres que al hablar, no miraran a los ojos. Harvard ofreció un almuerzo a los graduados y familia, en los jardines de la Universidad y John llegó con una botella de champagne.
A pesar de nuestra mala opinión María siguió adelante y se casó en su casa de Beacon Hill, en Boston. La ceremonia fue en el salón comedor, pero yo estaba muy emocionado y me quedé en el dormitorio, escondiendo mis lágrimas, no sé si de la emoción de que mi amada hija se casara o como una premonición del fracaso. Probablemente la atracción de María hacia John era producto de la admiración hacia el profesor en Harvard, Pero como persona, como marido y como padre fue un total desastre. 

 

Graduación de María en Harvard

Un día, Whiteman, vino a dar una conferencia en la Universidad de Miami. Nosotros invitamos a varios amigos, entre ellos una arquitecta. Sus palabras eran tan técnicas que no entendimos nada y cundo le preguntamos a la arquitecta, dijo que ella tampoco. Tratamos de saber porque no usaba un lenguaje más sencillo y Whiteman nos dijo que la gente tenía que subir a su nivel y no bajar él hacia el nivel la gente. Un soberbio!

Whiteman resultó muy irresponsable. Terminado su contrato en Chicago, no se lo renovaron. Consiguió el decanato de la facultad de urbanismo de Glascow, en Escocia. María hizo tres viajes a Glascow buscando vivienda, ante la despreocupación del inglés por el matrimonio y por su hijo Tommy. Ya había antecedentes de que Whiteman estaba totalmente ajeno a la vida de su ex mujer y sus dos hijos que vivían en Londres. María pidió el divorcio y la jueza de Chicago se lo concedió, así como la tenencia de Tommy.

Con la fe y el optimismo que siempre la caracterizaron María pensó a renunciar a su trabajo para la ciudad de Chicago y establecerse como arquitecta paisajista, trabajando por su cuenta. Norma, más conservadora, no era partidaria de la idea, porque significaba perder un buen salario seguro, cobertura de salud, etc., pero María insistía y yo la alenté y le adelanté mi confianza y todo mi apoyo. María ya tenía prestigio adquirido por haber ganado varios concursos con trabajos hechos para el departamento de parques y jardines de la ciudad y un premio muy especial por el diseño del Séneca Parc, en pleno centro de Chicago. Poco a poco, con mucho trabajo y sacrificio fue saliendo adelante. Sus clientes primeros, muy satisfechos con sus jardines, fueron sus mejores propagandistas.

1 comentario:

  1. Hola Mario, lamento mucho que hayas esperado que mi esposo no se encuentre vivo para emitir estas versiones calunmiosas que no se compadecen con la verdad. Si algo recuperaste de la causa de canal de television 2 de la plata se debió al esfuerzo de tus letrados...mi esposo y los abogados de la familia Gravier. Cuando apoderaste al Dr. Anzorregui, que por lógica razones desconocía la voluminosa causa, estaba en permanente contacto con mi esposo.No hizo ni aporto nada para solucionar el tema, a pesar de su buena disposición para ello.Me parece horrible que te refieras en esos terminos a una persona muerta que no pueda defenderse e insolutamente injustificadas tus desconfianzas al respecto. Ya que agradecimiento obviamente no puedo esperar de vos a pesar que fuistes más que bien resarcido por el juicio...te voy a pedir que no vuelvas a hablar de mi esposo nunca mas.Gracias y espero que sigas bien.Gladys Capozzi

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