hermoso libro con las firmas de todos.
EL JUICIO AL ESTADO.
Inicié juicio contra el estado pidiendo el reintegro de la empresa y el
canal de televisión usurpados. El primer abogado que llevó el caso fue el Dr.
Pablo Capozzi que era el abogado empleado de nuestra empresa. Pasaron varios
años del proceso donde buenos amigos como el Dr. Ideler Tonnelli, compañero de
las luchas estudiantiles y ministro de trabajo del gobierno militar, apoyó
nuestra gestión, y nos dio una gran mano con el Dr. Fassi, procurador General
de la Nación a
quien le llegó el tema. Fueron innumerables reuniones que duraron meses y años
a las que asistíamos con Pablo Capozzi. En cierto momento, Capozzi tuvo
reuniones privadas con funcionarios de la Procuración diciéndome
que había iniciado una negociación importante en el tema de la indexación sobre
los valores reclamados. Empecé a pensar que la actuación de Capozzi y su
comunicación conmigo estaban un poco desprolijas. Se manejaba con una
independencia que no correspondía y me preocupaba. Una mañana, en mi casa de
Punta del Este recibí una llamado telefónica de Capozzi, comunicándome la cifra
que había aceptado, sin mi acuerdo, como indemnización. Debo recordar que en
cuanto a la devolución de la onda de canal 2 de televisión ya no teníamos
chance pues el plazo de la concesión había vencido. Disgustado por la actuación
de Capozzi en el último tiempo; consulté con mi inteligente, inolvidable amigo Emilio
Perina y coincidió en mi desconfianza. Perina me puso en contacto con el Dr.
Juan Martín Romero Victorica que era el Fiscal del juzgado Federal de San Martín
a donde había ya recalado nuestro juicio. Lo visité y tuvimos una larga reunión
en la que me sometió a un profundo interrogatorio sobre todo el tema de
Rivadavia Televisión. Romero Victorica tenía en el mismo juzgado el caso del
secuestro de los hermanos Born y el caso Graiver, relacionado con Rivadavia
Televisión por los préstamos del Banco Comercial de La Plata. Esa conversación
alentó mi propósito de desapoderar al Dr. Capozzi. Luego de diversas consultas decidí
visitar al Dr. Martín Anzoátegui, prestigioso penalista, ex Juez Federal, quién
aceptó seguir el juicio. Por carta documento cancelé la gestión del Dr.
Capozzi, desapoderándolo como mi abogado en el juicio contra el Estado.
Mi socio y querido amigo, Juan Pallí, así como Goar Mestre, ambos al tanto
de mi planteo reivindicatorio, descreían que se ganara el juicio. Yo era el
único optimista y tenaz que no bajé los brazos, y afronté reuniones y gastos,
siempre con fe. Poco tiempo antes de que nos despojaran del canal y de que lo
detuvieran a Juan nos habíamos reunido en un café cerca de su casa. Juan estaba
advertido de que lo iban a detener. Sorprendido gratamente por mi optimismo, me
propuso que si algo se lograra, después de honorarios de abogados y gastos, los
primeros cien mil dólares serían para mí, como pago de mi trabajo y gestión reivindicatoria
y después mitad para cada uno. Me pareció bien. Nada estaba escrito, pero el
acuerdo de palabra con Juan era sagrado, así que, en su momento, así procedí
con su viuda y muy querida amiga Esther.
Pallí estuvo preso durante varios meses. Nunca le dijeron de que lo
acusaban Lo interrogaban con violencia física y moral. Aunque Juan fue muy
discreto y reservado sobre sus días de prisión algunos comentarios me hizo Entre
otros absurdos le preguntaban insistentemente sobre su relación con Ives
Montand, el gran actor francés, simpatizante de la izquierda francesa a quien
Pallí ni conocía. Se me ocurrió pensar que a los militares les irritó que Pallí
tuviera amistad con Lidia, la esposa de Graiver, con quién solía pasear,
caminando por la calle Florida. Años después, ésto me lo confirmó un oficial de
policía que había estado muy cerca de esos hechos.
Juan pasó varios meses de injusta prisión sin saber nunca la razón. Al
liberarlo le pidieron disculpas por la detención. Antonito Rodríguez Villar que
había sido periodista policial, fue uno de los pocos que pudo verlo y ayudarlo
a sobrellevar la precariedad de la cárcel. Hace años que no veo a Rodríguez
Villar, hoy presidente de la Academia Nacional del Folklore, pero está
presente en mis recuerdos y agradecimiento.
Con mucha entereza, Pallí se repuso muy bien del sufrimiento físico y moral
por la injusta detención. Seguía siendo un hábil contador de cuentos y
recitador de versos de su admirado compatriota José Martí. A mí siempre me
emocionó su “Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero que me
da su mano franca “. Un día nos dijo a Norma y a mí que quería
presentarnos a una joven española de quien se había enamorado en Madrid. La
conocimos y nos cayó muy bien. Se llamaba Esther Arbeteta, funcionaria de la
televisión española, esbelta, alta y delgada y con el pelo muy cortito, como
por una promesa. Los invitamos a nuestra casa en la isla” La Sirena ”. Era un hermoso día
de primavera, templado y perfumado por los aromas frescos de la isla. Después
de caminar por el parque y hacer el recorrido clásico al que siempre llevaba a
los invitados, comimos un rico asado, bajo la sombra de las glicinas azules que
se descolgaban desde las altas casuarinas.
ESTHER Y JUAN
Estaban felices y enamorados. Juan era siempre ocurrente, irónico e
ingenioso y Esther, mostró ser muy culta y agradable. Con ella se inició una
amistad, hasta hoy, sincera y fraterna que, en varios viajes a España se
enriqueció con el conocimiento y cariño de su madre, su hermana Salud, su
marido Vicente, sus hijos y varios primos encantadores.
Esther y Juan
El médico que había operado las frágiles arterias de Pallí en el Merci
Hospital de Miami le había advertido que se cuidara del frío que podía ser como
el filo de un puñal para su corazón. Pero Juan se sentía bien y por eso no
titubeó en subir a un avión y volar a Caracas y luego Buenos Aires, en pleno mes
de julio, para una reunión con Samuel Liberman de quien era amigo y asesor.
Estando en Buenos Aires, pocos días antes de su muerte había llamado a
casa, en Key Biscayne. Tanto Norma como yo le recomendamos seriamente que se
cuidara del peligroso frío de Buenos Aires. Rió con su risa franca y contagiosa
y nos respondió que estaba muy bien abrigado con su sobretodo de cashemere. Fue
la última vez que escuchamos su voz y su risa. Palli estaba almorzando en las
oficinas del empresario LIberman; conversaban y de pronto, después de comentar algo
gracioso y de reírse con ganas, tosió y su cabeza se desplomó para siempre,
ante la desazón de Liberman. En un segundo pasó de la vida a la muerte, sin
sufrir, tal vez, como hubiera querido. Juan fue para mí un enorme, admirado e
inolvidable amigo. Estábamos con Norma en casa de María, en Boston, cuando nos
llamó Raúl de Juan, amigo y compañero en Canal 13 para avisarnos que Juan había
fallecido. Estallé en un irreprimible sollozo y nos abrazamos con Norma que
lloraba conmigo. Juan había sido parte importante y clave, en los últimos veinte
años de nuestra vida. Le debíamos mucho a su generosidad y a la nobleza de su
amistad. Lo queríamos. Por primera vez, desde que se habían casado, Esther no
estaba con él. Nosotros hubiéramos querido ir a Buenos Aires, pero, no lo
hicimos porque esperábamos de un día a otro el nacimiento del hijo de María, lo
que sucedió felizmente el 25 de julio. Un ser querido se iba y otro nuevo
llegaba al mundo. Fue bautizado como Thomas Anthony Whiteman Seoane.
Desde que ingresó a la
Universidad , nuestra Norma María había decidido adoptar su
segundo nombre María y abandonar Norma que no le gustaba. Decía que Norma había
una sola y era su querida mamá. De jovencita admiraba a la gran periodista
italiana Oriana Fallaci y decía que quería ser periodista internacional como
ella. Le fascinaba su historia romántica. Oriana fue la amante de Alekos
Panagulis, poeta y guerrillero, enemigo de la junta de Coroneles que había
tomado el poder en Yugoslavia en 1968. Sobre la vida de Alekos, Oriana escribió
un libro que se llamó:”El Hombre”. Oriana estaba predestinada a escribirlo y
Alekos se lo había vaticinado:-”Yo moriré y tu escribirás un libro”. Ese libro
es uno de los mejores testimonios que he leído sobre la lucha contra el poder.
Como toda la obra de Oriana merece su lectura. Después, la vida de María en
USA, la universidad de Harvard, su graduación como Master en Landscape
Architecture pusieron alas a su vocación artística. Ahora, detrás de la
arquitecta paisajista, en sus trabajos, aflora la artista.
En Harvard María se enamoró de un profesor. Se encandiló con ese
intelectual, arquitecto, medio poeta y medio filósofo que se llamaba Jhon
Whiteman; casado, en tren de divorcio y con dos hijos que vivían en Londres con
su madre.
Norma y yo conocimos a Whiteman el día de la graduación de María en Harvard.
Habíamos ido a la ceremonia con nuestra amiga Liana Escobar y también Pat Carman
muy amiga de María y distinguida colaboradora en Revista Cotal. Cuando Whiteman
hablaba, no miraba a los ojos y cuando estiraba su mano era siempre blanda y
sudorosa. No nos gustó nada. Bianchi, el papá de Norma siempre les decía a sus
hijas que desconfiaran de los hombres que al hablar, no miraran a los ojos.
Harvard ofreció un almuerzo a los graduados y familia, en los jardines de la Universidad y John
llegó con una botella de champagne.
A pesar de nuestra mala opinión María siguió adelante y se casó en su casa de
Beacon Hill, en Boston. La ceremonia fue en el salón comedor, pero yo estaba
muy emocionado y me quedé en el dormitorio, escondiendo mis lágrimas, no sé si
de la emoción de que mi amada hija se casara o como una premonición del
fracaso. Probablemente la atracción de María hacia John era producto de la admiración
hacia el profesor en Harvard, Pero como persona, como marido y como padre fue un
total desastre.
Graduación de María en Harvard
Un día, Whiteman, vino a dar una conferencia en la Universidad de Miami.
Nosotros invitamos a varios amigos, entre ellos una arquitecta. Sus palabras
eran tan técnicas que no entendimos nada y cundo le preguntamos a la
arquitecta, dijo que ella tampoco. Tratamos de saber porque no usaba un
lenguaje más sencillo y Whiteman nos dijo que la gente tenía que subir a su
nivel y no bajar él hacia el nivel la gente. Un soberbio!
Whiteman resultó muy irresponsable. Terminado su contrato en Chicago, no se
lo renovaron. Consiguió el decanato de la facultad de urbanismo de Glascow, en
Escocia. María hizo tres viajes a Glascow buscando vivienda, ante la
despreocupación del inglés por el matrimonio y por su hijo Tommy. Ya había
antecedentes de que Whiteman estaba totalmente ajeno a la vida de su ex mujer y
sus dos hijos que vivían en Londres. María pidió el divorcio y la jueza de
Chicago se lo concedió, así como la tenencia de Tommy.
Con la fe y el optimismo que siempre la caracterizaron María pensó a
renunciar a su trabajo para la ciudad de Chicago y establecerse como arquitecta
paisajista, trabajando por su cuenta. Norma, más conservadora, no era
partidaria de la idea, porque significaba perder un buen salario seguro,
cobertura de salud, etc., pero María insistía y yo la alenté y le adelanté mi
confianza y todo mi apoyo. María ya tenía prestigio adquirido por haber ganado
varios concursos con trabajos hechos para el departamento de parques y jardines
de la ciudad y un premio muy especial por el diseño del Séneca Parc, en pleno
centro de Chicago. Poco a poco, con mucho trabajo y sacrificio fue saliendo
adelante. Sus clientes primeros, muy satisfechos con sus jardines, fueron sus
mejores propagandistas.
Hola Mario, lamento mucho que hayas esperado que mi esposo no se encuentre vivo para emitir estas versiones calunmiosas que no se compadecen con la verdad. Si algo recuperaste de la causa de canal de television 2 de la plata se debió al esfuerzo de tus letrados...mi esposo y los abogados de la familia Gravier. Cuando apoderaste al Dr. Anzorregui, que por lógica razones desconocía la voluminosa causa, estaba en permanente contacto con mi esposo.No hizo ni aporto nada para solucionar el tema, a pesar de su buena disposición para ello.Me parece horrible que te refieras en esos terminos a una persona muerta que no pueda defenderse e insolutamente injustificadas tus desconfianzas al respecto. Ya que agradecimiento obviamente no puedo esperar de vos a pesar que fuistes más que bien resarcido por el juicio...te voy a pedir que no vuelvas a hablar de mi esposo nunca mas.Gracias y espero que sigas bien.Gladys Capozzi
ResponderEliminar