Mi refugio

Mi refugio
Alborada

jueves, 16 de diciembre de 2010

ORIGENES


Mis abuelos fueron inmigrantes: Juan Seoane, español y María Grecco, italiana, por parte de papa y Juan Yacaruzo y Lucia Mennella, italianos, por parte de mamá. Papá, nació en 1886 en Morón, provincia de Buenos Aires pero se crio en el arroyo Caraguata de las islas del delta del Paraná. Se llamo Antonio María porque la abuela, devota de la virgen María les puso María a sus siete hijos, tanto mujeres como varones: Antonio María, Juan María, José María, María Rosa, Ana María, Raúl María y Marie Flora. Mamá nació en la casa de la familia Yacaruzo, en el arroyo Guayracá, en 1901.
A los catorce años mandaron a papa a casa de unos gallegos amigos que tenían un bar en la Capital Federal para que fuera al colegio y trabajara, Pero fue más trabajo que colegio porque en el bar y almacén del gallego, papa niño trabajaba catorce horas y después dormía en el suelo sobre un flaco colchón. Nunca se quejo de esa época, lo contaba, pero no se quejaba. Primero vivió en el barrio de San Telmo. Era época de compadritos y malevos y de un comisario que los perseguía y en vez de encerrarlos, les cortaba uno de los altos tacos de los zapatos negros que usaban esos guapos y les cortaba el pelo, rasurándolos con la máquina cero en la mitad de la cabeza. Después se fue a vivir al pueblo de Caseros. Era lector ávido y frecuentaba diariamente la biblioteca popular. No sé cómo consiguió trabajo en los ferrocarriles y después en la aduana de Buenos Aires. Se casó con Joaquina, una señora gorda, viuda, varios años mayor que él. Joaquina tenía un buen pasar y lo mimaba y vestía con buenos trajes y camisas de seda, con cuello duro, almidonado y zapatos negros con polainas. Luego fue a papá que le tocó quedar viudo. Antes, habían adoptado una niña que se llamaba María Esther. Cuando tenía doce años sufrió una infección por una muela, en esa época en que todavía no existía la penicilina ni los antibióticos y murió. Papá hizo todo por salvarla, incluso trajo un médico especialista de Alemania, sin éxito. Tengo muy claro su recuerdo. Era de cutis muy blanco, con el pelo morocho cortado a la “garzón” y un flequillo en la frente. Tocaba muy bien el piano. Su muerte fue mi primer asombro y mi primera tristeza.

Mi padre era deportista, había jugado al futbol y después comenzó a remar en botes del Club italiano, en el Tigre. Un domingo, remando silenciosamente, por un sinuoso arroyo que se llamaba Guayracá[1], pasó frente a un muelle donde estaba sentada una hermosa joven, como una flor silvestre de la isla.[2] Se saludaron y luego papá siguió su camino. Pero había quedado embelesado por esa joven y el domingo siguiente volvió al mismo arroyuelo y ella estaba en el mismo lugar; tal vez esperándolo. Conversaron, atraídos y así comenzó el idilio. Poco después papá compro las tierras de enfrente del arroyo y con ayuda de sus amigos Tomas Scaglia y Agustin Rossi, construyo una pequeña casa, de materiales, barro, en alto, debido a las inundaciones y la llamo “Alborada”. Fue la modesta casita amada que papa hizo nido de su amor, con aquella cama grande que había sido de la abuela italiana y donde tal vez nos engendraron a Tito Livio y a mí. Fue el comienzo de la zaga Alborada. Muy pronto papa compro una lancha, en V, estilo isleño, a la que también llamó Alborada. Se casaron con Nuncia en 1925, cuando mamá tenía 24 años y papa 49. 

           Yo nací en Buenos Aires, el 22 de octubre de 1926, a las 6.30 de la mañana en la casa de mis padres, en la calle Cucha-Cucha, del barrio de Caballito. Entonces los niños nacían en su hogar atendidos por las parteras, también llamadas comadronas. Era el último día del signo de libra, pero después una mujer que leía Tarot me dijo que yo era más de escorpio que de libra y estoy de acuerdo. Dicen que papá estalló en indecible júbilo cuando nací. Era su primer hijo y varón, cuando él ya tenía cuarenta y nueve años. Me llamaron Mario por María, la virgen amada por mi abuela y Juan como homenaje a mis dos abuelos. Me asomé al mundo con buenos augurios

Cuatro años después nació mi hermano Tito Livio.[3] Papa tuvo problemas para que el Registro Civil le aceptara el nombre de Tito Livio. Entonces solamente inscribían los nombres del santoral. Pero papá discutió con vehemencia, aportó antecedentes históricos y la ganó. Mi pobre querido hermano nació con algunos problemas de salud que lo acompañaron toda su vida. Tuvo dificultades para su desarrollo y quedo bajo de estatura, lo que lo mortificaba y probablemente influyó en su carácter más bien hosco y reconcentrado.







[1] Nombre de un cacique guaraní que participo de la rebelión de Obrera
[2] El nombre Caraguata es el de una planta perenne y muy invasora que crece en las zonas húmedas
[3] Nombre de un famoso historiador romano de la época del emperador Augusto.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Si me leen

A mis nietos y a otros jóvenes si tengo la suerte de que me lean les digo: Que en sus vidas siempre recuerden un canción o un poema, ellos viajan y nos llevan otra vez a lugares y tiempos donde fuimos felices; crean en el amor a primera vista y nunca se rían de los sueños de los demás; la vida no es esperar que pase la tormenta , es aprender a bailar bajo la lluvia; a las chicas que no confíen en quien al besar no cierre los ojos; hay dos opciones o dormir más o levantarse y correr detrás de los sueños; miren que el tiempo es como un rio, nunca podrán tocar la misma agua dos veces, porque el agua que pasa no pasará nuevamente; vivan cada día, abran las alas, tengan ideales; sigan a ideas más que a hombres; no teman a equivocarse porque más se aprende de los errores que de los aciertos; cuando el hombre haya cortado el último árbol y pescado el último pez, se dará cuenta que con el dinero no se come. Alguien dijo: “Era tan pobre que sólo tenía dinero”; cuando tengan un conflicto, resuélvanlo personalmente, un mal acuerdo es siempre mejor que un juicio; aunque hay excepciones honrosas, eviten los abogados.
Normita, qué lejos parecen los días en que caminábamos por la playa y yo dibujaba con el pié tu nombre en la arena. Haz sido compañera fiel de este largo viaje; yo me hice cargo de tu vida, pero vos me acercaste tu lealtad inquebrantable, tu apoyo, tu consejo, que no siempre atendí, la inmensa felicidad de tenerte y me diste dos hijas que son el fruto maravilloso de nuestro amor y que completan mis tres amores. Al final de estos recuerdos quiero decirte, mi amor, GRACIAS !! CON MAYÚSCULA..

Nos refugiamos del mundo en este paraiso encontrado que es Punta el Este, en un Uruguay sensato y envidiable. La Alborada en el verano es nuestro nido florido y perfumado en el retiro apacible.

Alguien dijo que el hombre tiene la edad de sus arterias, pero otro que me gusta más, dijo que el hombre tiene la edad de la mujer que lo acaricia.
 Perdonen alguna falta o algún adjetivo superfluo. Se deberá a mi torpeza en este apuro irrefrenable de contar tantas cosas antes que tenga que decir como Pablo Neruda: “qué pronto se me hizo tarde”.
Borges eligió morir en Suiza “porque es un país que no tiene ejército, cuyo presidente existe pero no se sabe quién es y donde conviven idiomas y religiones” Y con su aguda Ironía Borges dijo:- “No le tengo miedo a la muerte pero me gustaría que cuando llegue yo no esté”. Yo sé que la muerte llegará, porque está siempre al acecho y un día vendrá; la acepto. Plegaré mis propias alas y haré con ella el último viaje hacia ese misterio que es la muerte.
Puedo decir como Violeta Parra “Gracias a la vida que me ha dado tanto” o con Amado Nervo: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. Vida, nada me debes. Vida, estamos en paz”.
             Dios los bendiga